EN EL ORIGEN
Libro traducido por: Pilar Salamanca y Nayati Jabary
Este trabajo parte de la teoría que defiende que las similitudes entre las lenguas – algunas muy diferentes entre si – se deben a que todas ellas, así como los hombres que las hablan, tienen un ancestro común. Esta teoría implicaría la existencia de una sola lengua original que a causa de las primitivas migraciones y posterior aislamiento de los diferentes grupos migrantes – habría ido evolucionando dando lugar a otras lenguas que poco o ningún parecido aparente conservarían con respecto a la lengua original.
El Antiguo Testamento menciona esta supuesta lengua que – según el mito – Dios confundiría en la Torre de Babel. Lo que desgraciadamente no hizo el Antiguo Testamento fue identificarla. Hasta el siglo XVIII, la candidata a Lengua Madre que consiguió reunir a su favor un mayor número de votos fue el hebreo debido, precisamente, a ser la lengua del Antiguo Testamento. Sin embargo y andando el tiempo, especialistas como el matemático alemán G.W. Leibniz (quien por cierto fue el primero en relacionar Hebreo y Árabe) se apartaron de esta tendencia general. Fue entonces cuando fueron apareciendo otras candidatas a ocupar el puesto de Lengua Madre. Candidatas como el Sanscrito que durante todo el siglo XIX y hasta que el interés por estas cuestiones fue desvaneciéndose (e incluso también prohibiéndose en algunos foros científicos) dominaría a todas las demás. Mas adelante, a principios ya del siglo XX y extinguida mas o menos la influencia controladora que la Iglesia Católica había ejercido hasta ese momento sobre todas la áreas de la cultura occidental disciplinas como la Biología, Geología, Arqueología o la Lingüística se fueron haciendo más y más científicas separándose de la Religión buscando respuestas para sus cada vez mas acuciantes preguntas.
Pero explicar las similitudes entre las distintas lenguas es mas difícil que, simplemente, llamar la atención sobre ellas. Así, en el siglo I a.C. los romanos se percataron de que el Latín se parecía mucho al Griego. Para explicar este parecido elaboraron entonces una teoría genética. Esta teoría, que con el tiempo se demostraría equivocada, se basaba en la idea de que el latín procedía del griego cuando lo cierto es que ambos lo hacen del indoeuropeo. Con todo, en los primeros años de la cristiandad, la teoría de la monogénesis era aceptaba sin ninguna dificultad puesto que así lo establecía el Antiguo Testamento. Por lo tanto, que la madre de todas lenguas NO fuese el hebreo es una cuestión que no se discutiría hasta mucho más adelante.
Con la llegada del siglo XX, las especulaciones acerca de este tema no sólo dejaron de interesar a los especialistas, sino que desaparecieron del mapa de sus prioridades. No fue sino en la década de los setenta cuando estas cuestiones volverían a suscitar algún interés. Sin embargo, y a pesar de los enormes avances que se iban produciendo en otras disciplinas (Biología, Genética, Paleontología, Lingüística, Semiótica etc.…) todo lo relativo ala cuestión del origen del Lenguaje seguiría sin alcanzar un mínimo consenso. Cuestiones básicas sobre el cuando, el dónde y el por qué se desarrolló esta habilidad humana seguían sin ser aclaradas. Mucha especulación sí, pero ninguna evidencia, eso es lo que había.
La intención de este trabajo: “. En el origen. El Arábigo Primitivo cuna de las Lenguas Semíticas y su influencia en las Lenguas Indoeuropeas. Una teoría” es contribuir en la medida de sus posibilidades al esfuerzo de aquellos especialistas (paleontólogos, genetistas y filólogos) cuyas teorías intentan demostrar que el Arábigo primitivo es cuna de las Lenguas Semitas y componente esencial de las Lenguas Indoeuropeas.