ENTREVISTAS OPTIMISTAS: SAIID ALAMI
Blanca Glamour para CIHAR
Fotografía: Lorenzo Aníbal
Said Alami y Blanca Glamour
Una española, un palestino y un japonés. La primera es periodista y el segundo también. El tercero, el anfitrión. La primera es quien entrevista y el segundo quien responde. El tercero, un mero espectador. La primera es Blanca Glamour y el segundo Said Alami. El tercero, Maki; un restaurante de la Castellana de Madrid en el que Said me cita tras recibir la petición de hacerle un batallón de preguntas.
No es que me parezca raro hacer una entrevista en un japonés: es que no me lo esperaba, pese a haber intentado localizar a qué lugar hacía referencia la dirección que me había facilitado Said Alami; ya saben cómo es la Castellana, que en un solo número encuentras diez restaurantes distintos. Pero eso es lo maravilloso de las entrevistas auténticas; ni tu sabes exactamente qué te vas a encontrar, ni tu entrevistado qué es lo que le vas a preguntar.
Y entre bambúes les presento a Said Alami: periodista, escritor y poeta. Nuestro protagonista llegó a Madrid hace casi 50 años, de rebote; venía desde Viena, ciudad en la que su familia pretendía que estudiara Medicina. Pero tras tres meses en Austria, cogió un tren que en incontables horas le dejó en Madrid.
Su amor por España, entonces, era curiosidad generada por uno de sus tíos que había viajado a Madrid previamente. Said se matriculó en Farmacia, en la Universidad Complutense de Madrid, y anduvo tres años dándole vueltas a las fórmulas y a los ungüentos, mientras veía cómo iba creciendo la mole de hormigón que se construía enfrente de su propia Facultad; se trataba de Ciencias de la Información, un nuevo centro dedicado a la enseñanza de la Comunicación. Cuando aquello terminó de ponerse en pie, Alami no lo dudó y, tras previa llamada a su familia en Palestina, más pidiendo perdón que permiso, se matriculó en esa nueva Facultad, en la que aprendería lo necesario para ejercer su profesión. Ya en segundo de carrera comenzó a hacer prácticas en Radio Televisión Española (RTVE), concretamente en Radio Exterior de España Árabe. Permítanme un inciso en la vida de nuestro entrevistado para implorar a todos los estudiantes de esta y otras Facultades que nos estén leyendo lo siguiente: hagan ustedes prácticas durante la carrera, para que así nadie pretenda contratarles a cambio de cero euros una vez tengan el Título. Siguiendo con el gran periodista que tuve el honor de tener enfrente durante dos horas, fue el primer extranjero con lengua materna diferente del español en obtener plaza por oposición en RTVE y allí ejerció a lo largo de toda su vida, aunque también fue director de la Kuwait News Agency y corresponsal para televisiones árabes. Se casó, tuvo tres preciosas hijas y ahora, prejubilado por el ente público en 2013, se dedica a viajar a lo largo y ancho del mundo, con residencia en Canadá.
Esto es todo lo que puedo contarles de su vida privada y profesional en unas líneas. Pero Said Alami es mucho más que un ejemplo a seguir para todos aquellos que hacen las maletas y viajan a otro país, con una lengua completamente desconocida, a estudiar o trabajar. Said es un auténtico periodista, con el que tienes que tener cuidado que la entrevista no te la haga él a ti, un prolífico escritor y un amante de la poesía.
Su activa mente no deja pasar un momento para hablar de su querida Palestina; menciona el sionismo con desprecio y rechazo, pero también con pena. Esta tristeza tiene su origen en saber que el dinero es quien controla cada acción en el mundo y él afirma que el sionismo es propietario de los mayores bancos mundiales y de muchos asientos en congresos y senados, así como de miles de butacas de director de empresas. Lamenta la desestabilización de la zona Irak-Afganistán-Siria en pro de la defensa y estabilidad del Estado Israelí. Y mientras su mirada se pierde contándome casos concretos, como aquel momento en que Jordi Pujol, ex político catalán, le dijo a él y a otros periodistas: “Sabed que yo soy pro sionismo”, a sabiendas de que tenía delante a palestinos, vuelve a mirarme fijamente convencido de que el Mundo Árabe no puede seguir siendo aniquilado y aplastado a diario. Es el momento de hablar del pretendido Estado Islámico y su mirada se torna dura: “¿Crees que un musulmán mataría a otro musulmán?”. Dejando a un lado los problemas sabidos por todos entre chiíes y suníes, bien es cierto que matar por matar, a cualquiera que se ponga delante, teniendo en común origen, habla, religión… resulta inquietante. Pero no soy yo quien debe responder sus preguntas. Said está convencido de que todo, desde Irak hasta Siria, pasando por el pretendido DAESH, es una artimaña sionista, en connivencia con sus aliados económicos, para impedir que el Mundo Árabe tenga un normal desarrollo y por tanto consiga ser una amenaza para el pequeño estado Israelí. En este momento se detiene para hacer otra de sus contundentes afirmaciones: “Los árabes reaccionarán contra esto; no sé en qué momento, pero llegará y entonces lamentarán el daño que han causado”.
Es difícil entrevistar a Said Alami: sabe mucho, en general, y de periodismo, en particular. En algún momento, mi mente busca un respiro a través de la enorme cristalera del japonés por la que se ve un cielo gris que va completamente acorde con el tono de nuestra conversación. Said me da tanta información sobre sus ideas políticas y con tantos ejemplos, que mi pequeña parcela de felicidad se ve amenazada y esas nubes oscuras que están al otro lado del cristal superan el espacio-tiempo para cubrir la zona de la piscina que tengo en mi parcela mental. Las alarmas de mi preciosa casa saltan. Pero introduzco el código que me ha funcionado toda la vida para apagarlas: más tarde contrastaré toda esta información.
Con un rayo de esperanza para el Mundo Árabe, aunque a sabiendas de que queda un largo recorrido en dolor y miseria, él mismo, que ha debido ver como mi mirada se turbaba, me insta a cambiar de tercio y hablar de su producción literaria, más que de su producción política, a la que, por cierto, se puede acceder a través de los incontables artículos que ha escrito e, incluso, a través de Facebook. Said no dejará ni un solo día de su vida de concienciar a la población occidental de lo que ocurre en aquella parte del mundo, de luchar contra la desinformación de los medios de este lado del mundo al servicio de grandes fortunas y de criticar el que nunca se cuente con un profesional árabe en las tertulias radiofónicas y televisivas en las que se opina del Mundo Árabe: “hay muchos expertos en Oriente Próximo, en Oriente Medio, que ni hablan árabe, ni conocen bien de lo que opinan. Y hay muchos expertos árabes, que hablan español a la perfección, que podrían acudir a este tipo de coloquios y programas, pero a los que nunca se les invita.”.
Es escritor de relatos y poeta. Ese mismo sábado 12 de noviembre, presentaría algunas de sus poesías en el Ateneo de Madrid. El problema que tenemos quienes no leemos bien árabe es que no podremos descubrir su estilo, puesto que solo escribe en este idioma. Dentro de poco se publicará: “Tres Espigas”, una trilogía con sus poemas “de la vida” existencialista, “del rocío” relativos al amor en todas sus facetas y “de chispas” poemas políticos y patrióticos.
Entre las obras que ha traducido al español, me llama poderosísimamente la atención la siguiente: “Pelayo el Cristiano”. Acerca de la Batalla de Guadalete y la conspiración española. No digo más para que la lean ustedes mismos… sus obras se pueden encontrar en Internet.
Me despido de Said Alami ya de noche, fuera del japonés, convencidos de que nos veremos el siguiente sábado en el Ateneo de Madrid. Pero un periodista nunca puede estar donde quiere, sino donde debe y para la fecha de publicación de esta entrevista acronicada he de decir que el magnífico escritor, el grandísimo pensador, el interesantísimo analista y yo, no nos hemos vuelto a ver.
Espero que nuestro próximo encuentro sea en las Fallas de Valencia, festejando cinco décadas en España de un palestino que vino a Europa a estudiar Medicina pero terminó ejerciendo su auténtica vocación. Y celebrando, cincuenta años después de aquel viaje eterno en tren, su fiesta favorita del mundo, en una de las ciudades que más le recuerdan, a través de los ojos de su padre, a su tierra natal: “Ben Gurion” Ramla.
Said Alami y Blanca Glamour