RABAT, KASBAH DE LOS OUDAYA. 1ª parte
Siguiendo la ruta de los Hornachos, moriscos de RABAT, con destino hacia la KASBAH DE LOS OUDAYA. 1ª parte
La kasbah de los Oudaya, llamada así en el siglo XIX por albergar a esta levantisca tribu árabe, aunque de origen medieval.
Por Naoual Maarofi
Rabat es la capital del Reino de Marruecos. Situada al Noroeste del país en la Costa Atlántica. La ciudad es una mezcla entre la tradición árabe musulmán y el Modernismo Occidental, por lo que la ciudad de Rabat «Ribat» tal como su nombre indica define en árabe a todo Recinto fortificado y cubierto. Es considerada como Capital Moderna y ciudad histórica declarada Patrimonio de la Humanidad. Bañada por las aguas del Atlántico, la ciudad de Rabat mezcla edificios antiguos con muros y fortalezas con edificios contemporáneos por lo que es considerada como ciudad cultural y arquitectónica.
No obstante, cabe señalar sus zonas históricas como la Necrópolis de Chellah, la Torre Hassán y el Mausoleo Mohamed V. Si atravesamos la ciudad con todas sus puertas como Bab Bouiba, Bab Chellah, Bab Mellah, Bab Rouah, Bab Laalou, Bab Zaers vivimos la sensación de trasladarnos al pasado y al presente históricamente. Es mágico de apreciar su zoco llamado Souika con su aroma exquisito a especias .
Ahora bien, nuestro destino es seguir el camino hacia los Hornachos que eran los moriscos andalusíes y extremeños y dirigirnos hacia la Alcazaba de los UDAIA o también llamados OUDAYAS.
El orígen de la Kasbah era una fortaleza para defender la ciudad de Chellah. Se edificó una fortaleza con la llegada de los Almorávides en el siglo X y reformada por los Almohades también en el siglo XII. Tras la caída de los Almohades, la Kasbah vive una etapa de decadencia hasta la llegada de los Andalusíes .Tras la expulsión de los moriscos por Felipe II se establecieron los musulmanes españoles expulsados en el siglo XVII y muchos de ellos, andaluces principalmente Y extremeños de Hornachos, establecidos en su momento en típicas casas azules y blancas de la Kasbah que se aprecia sobre todo por sus puertas moriscas. Se instalaron en la fortaleza llegando a estar habitada por los Corsarios de Sale, moriscos y cristianos conversos.
La Kasbah de los OUDAYAS, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco 2012, es una ciudad fortificada históricamente. Situada al Norte de la ciudad y ubicada justo al borde del mar, en una zona elevada rodeada por murallas que rodean el recinto. A medida que nos adentramos por la puerta principal conocida como Bab Oudaia, alberga el Museo Nacional de la Joyería, lo que era el Palacio de Moulay Ismail construido en el siglo XVII. También destaca la Mezquita el Atica, Dar Baraka, con su puerta labrada y la torre de los corsarios.
Belleza impresionante percibimos al acceder a los jardines andalusíes de la Kasbah para disfrutar del olor de los naranjos antes de acceder al Café Maure o Café Moro y disfrutar del Té con aroma y sabor a hierbabuena. Mientras se disfruta del exquisito café y dulces típicos artesanales locales gozamos de maravillosas vistas del Río Bouregreg y parte de la ciudad de Rabat, por lo que también se observa la ciudad de Salé frente a Rabat en la orilla opuesta del río.
Si nos adentramos en la Medina sentimos la presencia histórica de los refugiados moriscos. En dicha Medina se instaló la mayor parte de los 3000 habitantes del pueblo extremeño de Hornachos. Pasear por sus calles estrechas viendo sobre todo las casas de paredes blancas y añil, callejones, puertas macizas y hierro forjado. Era barrio Udaya, tribu árabe del siglo XIII, instalada por orden del Moulay Ismail.
Perderse en sus calles de la Medina estilo Andalusí es todo un goce en todos los sentidos. De hecho cantidad impresionante de turistas de todo el mundo atraviesan sus calles para revivir la historia y vivir el pasado presente de esta misteriosa ciudad que nos deja asombrados culturalmente.
Personalmente atravesando sus callejuelas y leer en una pared la dirección de la calle Hornachos, con mirada andalusí en sus puertas, callejuelas y casas, sentí la sensación de poder recorrer el tiempo en un abrir y cerrar de ojos.
Fotos de: Naoual Maarofi
El artículo fue publicado en Cultura abierta