Testour: Un Pedazo de al-Ándalus en Túnez
El legado andalusí a través de los moriscos
Artículo elaborado por Abdo Tounsi
En el corazón del fértil valle del interior de Túnez, delineado por las aguas serenas del río Medjerda, se encuentra Testour, una ciudad que alberga un significativo legado histórico de al-Ándalus. A aproximadamente 80 kilómetros al oeste de la capital tunecina, esta localidad fue fundada hace más de 400 años por moriscos que, tras la conquista cristiana, fueron expulsados de la península Ibérica.
Testour es ahora un hito del patrimonio andalusí de Túnez, visible en su arquitectura, su música malouf, su comida, su ropa, sus apellidos e incluso en el color de piel y de ojos más claro de algunos residentes. Desde entonces, sus habitantes han preservado la memoria de los antepasados a través de sus tradiciones, su arquitectura, su vestuario, su música, gastronomía y, por supuesto, sus apellidos. En Testour uno puede toparse fácilmente con algún Gmach (Gómez), Rouissi (Ruiz), Kortobi (Córdoba), Koundi (Conde) o Fourti (Fuerte).


Una curiosidad: Las agujas del reloj del minarete de la mezquita principal, se mueven al contrario de las agujas de los relojes. ¿Tal vez los moriscos de la ciudad quieren expresar su deseo de volver atrás en el tiempo para llegar a la época andalusí.
La historia de Testour refleja no solo el sufrimiento de una comunidad desplazada, sino también su resiliencia y capacidad de adaptación. Al llegar a estas tierras, los moriscos llevaron consigo sus costumbres, tradiciones y, fundamentalmente, su herencia cultural andalusí. Este crisol de influencias ha dado lugar a una ciudad donde la arquitectura y la gastronomía revelan una amalgama de lo ibérico y lo árabe, creando un ambiente único que atrae a investigadores, historiadores y turistas.
Entre los elementos más destacados de la ciudad se encuentra el famoso minarete de Testour, considerado uno de los más bellos de Túnez. Su arquitectura, que combina estilos islámicos-andalusíes, se erige como símbolo tanto de fe como de identidad. A través de la visita a la ciudad, es posible apreciar la esencia de un pasado que, aunque distante, sigue vivo en los monumentos y las prácticas cotidianas de sus habitantes.
Además, la gastronomía local ofrece otra ventana a la historia de Testour. Platos típicos que combinan sabores de Oriente y Occidente, como el cuscús con ingredientes específicos de la península, demuestran la influencia duradera de la cultura morisca. Las festividades y celebraciones de la ciudad también son un reflejo de esta rica herencia, donde el arte de la música y la danza evoca las melodías de antaño, manteniendo viva la memoria de aquellos que un día caminaron por las calles de al-Ándalus.
Los moriscos que se establecieron en Testour contribuyeron significativamente a la vida cultural y social de la región, dejando una marcada huella en la identidad de la ciudad. La arquitectura de Testour refleja claramente la influencia andalusí, con sus casas encaladas, patios interiores y estrechas callejuelas empedradas. La mezquita principal de Testour, construida en el siglo XVII, es otro ejemplo destacado de la arquitectura morisca en la ciudad.


Además de su arquitectura, Testour es conocida por su rica tradición musical, especialmente por el Festival de Malouf, que se celebra anualmente y atrae a músicos y visitantes de todo el país. El maluf es un género musical tradicional que fusiona influencias árabes, bereberes y andaluzas, y es una parte fundamental de la cultura de Testour.
Hoy en día, Testour sigue siendo un símbolo vivo de la diáspora morisca, un lugar donde el recuerdo de al-Ándalus sigue respirando entre olivares y almendros, y donde la historia ha echado raíces profundas en la tierra del exilio.
La ciudad, conocida históricamente por su producción de aceitunas y su cultivo de naranjas, mantiene vivas las tradiciones culinarias que los moriscos trajeron consigo, convirtiendo cada visita en una experiencia sensorial que evoca tiempos pasados. La comunidad se reúne para compartir cuentos y leyendas que han cruzado generaciones, tejiendo un tapiz de recuerdos que honran sus raíces. Pero es la granada, llamada «fruta del cielo» por los lugareños, la que se ha adoptado como símbolo del orgullo de la ciudad por su patrimonio. Cuando los moriscos llegaron a Testour en 1609, trajeron muchos de sus productos agrícolas locales, especialmente granada debido a la resistencia de su cáscara a factores externos. Para celebrar la temporada de cosecha, la ciudad celebra un festival cada última semana de octubre y primera de noviembre que atrae a tunecinos de todo el país.


El legado cultural de Testour no se limita únicamente a la música y la gastronomía, sino que también se manifiesta en la artesanía local. Los habitantes han preservado técnicas tradicionales en la cerámica y el tejido, creando piezas que reflejan la influencia andalusí. Las tiendas de artesanos, con sus vitrinas llenas de coloridas alfarerías y tapices intrincados, son un testimonio del ingenio y la creatividad que han prosperado en este entorno. Los visitantes tienen la oportunidad de interactuar con los artesanos, quienes comparten sus historias y conocimientos, ofreciendo una mirada íntima a la cultura viva de Testour.
El Instituto Cervantes de Túnez organiza actividades culturales, con música entre autenticidad y creatividad, ofrece un viaje por la música arabo-andalusí y los clásicos que mecieron su infancia, revistiendo algunas canciones tradicionales de Testour que invoca al-Ándalus en un diálogo entre las lenguas árabe y española. Poemas de García Lorca, así como traducciones y adaptaciones de varios modos magrebíes, enriquecerán este viaje musical lleno de emoción y nostalgia. Este renacimiento cultural no solo asegura que el legado andalusí perdure en Testour, sino que también fomenta un sentido de pertenencia y orgullo entre sus habitantes.
A medida que la noche avanza, las luces iluminan los caminos serpenteantes de Testour, creando un ambiente mágico que atrae tanto a los lugareños como a quienes visitan por primera vez. Los aromas de platos típicos se mezclan en el aire, invitando a todos a probar la rica gastronomía del lugar, donde cada bocado cuenta una historia.

