Acto de entrega de las Medallas CIHAR de Diamante a título póstumo
En su reunión virtual del 4 de febrero 2025, la junta directiva acuerda otorgar la máxima distinción de CIHAR; Medalla CIHAR de Diamante, a título póstumo a los socios honoríficos fallecidos en los últimos tres años: Don Federico Mayor Zaragoza, Don Pedro Martínez Montávez y Mahmud Sobh al-Kurdi. Su trayectoria intelectual en pro de la interculturalidad, fue bien notoria en muchos aspectos: orales, escritos y acciones, por lo que la junta directiva de CIHAR les considera un ejemplo a seguir en la senda de la interculturalidad y el esfuerzo por el entendimiento social y la paz universal.



El acto tuvo cinco partes:
- Recepción de invitados
- Palabras de bienvenidas de Casa Árabe de su director general D. Miguel Moro Aguilar y del presidente de CIHAR D. Abdo Tounsi
- Intervenciones de los representantes de las familias de los galardonados.
- Intermedio de música del violinista ucraniano Viktor Bakab.
- Entrega de las Diplomas CIHAR de Diamante.
- Música de Viktor Bakab y foto de familia.
Para recibir las medallas se convocó un acto en Casa Árabe en Madrid el 25 de marzo 2025 a las 19:00 h. Acudieron: la directora de la Fundación Cultura de Paz que presidía Don Federico, doña Ana Barrero en representación de la familia de Don Federico, también familiares de Don Pedro representados por su hija Rosa Isabel Martínez y familiares de Don Mahmud representados por su hija Miriam Sobh.
Las tres representantes tuvieron tiempo para homenajear a los galardonados con unas palabras muy motivas y recuerdos destacados de sus vidas profesionales, intelectuales y personales.
«Por el compromiso y convicción con los ideales en los que creía y defendía, a su llegada a la UNESCO en 1987, el Profesor Mayor Zaragoza puso la Organización al servicio del que era su cometido original, la construcción de la paz como una cultura. Es decir, la transformación de la cultura en todas sus facetas para promover la paz, modificando mentalidades, actitudes y comportamientos, mediante políticas públicas y actos individuales y colectivos. Y hacerlo a través de la educación, la cultura, la ciencia y la comunicación. Convencido de que las actividades del intelecto humano constituyen las avenidas hacia un futuro de mayor tolerancia y más alta civilización. Ya que el conocimiento tiene una base ética y debe desempeñar un papel moral en la construcción de un mundo de paz mediante la cooperación intelectual.»

Tras el agradecimiento al Círculo Intercultural Hispano Árabe y Casa Árabe, Rosa-Isabel Martínez Lillo, hija, leyó un escrito en nombre de la familia.

«La interculturalidad, reflejo de convivencia de seres humanos a través de la historia y encarnada en espacios, fue experimentada por Don Pedro Martínez Montávez a través de las ciudades que habitó y amó. De Jódar (Jaén), lugar del inicio, a Madrid (lugar del adiós), la vivencia en un mar de ciudades sin límites, como El Cairo, Damasco, Bagdad, Marrakech, Sevilla, Granada, Moscú, Florencia, México DF…y la realidad de Palestina a la que dedicaría una antología traducida en colaboración con el profesor Mahmud Sobh, no hizo sino incrementar su talante abierto, tolerante, poroso y de compromiso social. Dicho talante se evidenció en su dedicación profesional y su esencia humana.»
En cierta ocasión dijo:
“… como no tengo patria, la veo reflejada en las tierras de España.” Porque entre las ruinas de su llorada Medina Azahara, en el verde afable de los olivares de Jaén, en las aguas de su Río amante tan amado Guadalquivir o en el susurro del árabe andalusí de los versos de Ibn Zaydun o Ibn Jafaya, mi padre sentía que su identidad encontraba eco.
Enseñó Lengua y Literatura Árabe en la Facultad de Filología y Letras de la Universidad Complutense de Madrid con pasión y con esa forma tan suya y particular de impartir clases. Impartió clases de árabe en el en el Instituto Hispano-Árabe de Cultura y en la Escuela Diplomática. Tradujo con maestría al árabe, entre otros, a su adorado Federico García Lorca y a Antonio Machado, autor del que tradujo sus obras completas, traducción por la que recibió el Premio Nacional en 1983. Y escribió, con dolor y nostalgia, poemarios bilingües premiados como “Huerto Palestino” o “Poseso en Layla”, recordando siempre a su Palestina, esa patria ausente y siempre presente en sus palabras y en sus versos.


El evento contó con la actuación musical del violinista ucraniano Viktor Babak.














El acto en la prensa