COLOQUIO EN CÓRDOBA SOBRE IBN AL-JATIB
Por: Marceliano Galiano Rubio
Cuando comencé mi actividad de documentación sobre la vida y la obra de Ibn al-Jatib, como la inmensa mayoría de los españoles, de este personaje lo ignoraba casi todo.
¿Cómo surgió en mí la idea de escribir una biografía novelada de Ibn al-Jatib? Y ¿por qué una novela? La tarea no era fácil.
El arabista, Emilio Molina López, decía de Ibn al-Jatib que fue el personaje andalusí más biografiado por la historiografía moderna y contemporánea. ¿Cómo era posible?, la mayoría de los españoles no nos habíamos enterado. Otro arabista, Emilio García Gómez advertía en sus escritos que,enIbn al-Jatib todo resulta complicado. Por su amplia y variada producción; por lo difícil y enrevesado de su léxico; por su compleja, intensa y desconcertante trayectoria vital.
Quedé un tanto perplejo y desalentado. Abordar el perfil biográfico de este controvertido personaje, resultaba una tarea sumamente arriesgada. ¿Qué podía hacer? No me sentía capaz de afrontar una obra tan compleja. Pero entonces surgió ante mí una luz que me señaló el camino, una mano amiga que me animó a seguir.
Un día, no recuerdo bien la fecha exacta, era el año 2009. Recién publicada mi novela, El Aroma del Arrayán, recibí la grata llamada de un amigo, en la que me decía que una Catedrática de Estudios Árabes en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, le había hablado de mi novela, El Aroma del Arrayán, y que lo había hecho de forma elogiosa, ¡que le había gustado! Yo me encontraba sentado frente a mi ordenador, pero imaginen cómo salté de la silla, desbordado por la alegría que me produjo semejante noticia. Sin perder un instante, con el atrevimiento y el descaro que suele arruinar las empresas de los inconscientes, me presenté ante la catedrática. Me saludó afable, afectuosa, me felicitó por mi novela y me animó a seguir escribiendo. Me preguntó por mis proyectos literarios, y le dije que había pensado que, tal vez, mi próxima novela trataría sobre Ibn al-Jatib, aunque todavía no lo tenía decidido. La catedrática, que percibió mis miedos, exclamó:
“No lo dudes. Escribe esa novela. En el 2013 se conmemoran los 700 años del nacimiento de Ibn al-Jatib, será el año de este personaje y para entonces podrás publicar tu novela”. Sus palabras me transmitieron la fuerza y la confianza que necesitaba y nos despedimos con la promesa de vernos cuando terminase mi obra. Pero pronto descubrí, que había tenido la inmensa suerte de conocer a la arabista que figuraba en las bibliografías de cuantas obras yo consultaba para la documentación de mi novela. Que había traducido a Ibn al-Jatib y era autora de más de veinte libros y de infinidad de trabajos sobre al-Ándalus. Era, por tanto, imprescindible su ayuda. Y desde aquel afortunado día de mi encuentro con la catedrática, María Jesús Viguera, con la que me siento en perpetua deuda, tengo el privilegio de contar con su generosa ayuda y disfrutar de su sabiduría y amistad.
Las horas empleadas en leer a arabistas como *Mª. Jesús Viguera, Emilio García Gómez, Mujtar al-Abbadí, Emilio Molina López o Ana Ramos suscitaron en mí el empeño por conocer la historia del Reino Nazarí y, en concreto, por Ibn al-Jatib.
El personaje tenía un magnetismo y una fuerza de la que no me podía desprender. Investigar la intensa y azarosa vida de aquel hombre que lo tuvo todo: poder, fama y dinero, pero que, por un cúmulo de circunstancias adversas, su buena estrella se apagó hundiéndole en una tragedia que le llevó a los brazos de la muerte, era un trabajo tan audaz como apasionante. ¿Cómo era posible que una personalidad tan avasalladora, tanto en el ámbito de la política como en su faceta literaria, sólo fuera conocida en los círculos de arabistas o estudiosos de al-Ándalus?
Ibn al-Jatib, poeta e historiador. Fue considerado en el Reino de Granada como un genio de la literatura. Su extensa producción literaria abarca cerca de 100 títulos sobre las más diversas materias: Obras poéticas, tratados de jurisprudencia, medicina o historia. Sin embargo, tanto su nombre, como su ingente obra literaria, no la busquen en los libros de LITERATURA, que se estudian en las aulas de los colegios españoles. Porque No lo encontrarán.
Ibn al-Jatib era, también, un diplomático sagaz, un estadista de primer orden. Visir y consejero durante los reinados más brillantes del Reino de Granada. Pero no busquen su nombre en los libros de HISTORIA que se enseña en los colegios españoles. Porque no lo encontrarán.
Literatos, contemporáneos de Ibn al-Jatib, como López de Ayala, Ramón Llull o El Arcipreste de Hita son de sobra conocidos. Figuran en las enciclopedias y libros de texto de Universidades y colegios.
Pero, a los españoles se nos ha negado el estudio y conocimiento de una figura insigne de la Literatura, la Política y la Historia, como es Ibn al-Jatib.
La historia de al-Ándalus apenas figura en los planes de estudio de los niños españoles. Y la inmensa mayoría de nosotros desconoce esa parte, tan importante, de la historia de España. El Legado Andalusí es una herencia cultural e histórica de un valor incalculable. La poesía, la música o la literatura andalusí no eran artes de los invasores, sus autores fueron andaluces.
Los 500 años de guerra contra “el moro” nos han puesto, a los españoles, velos sobre nuestra mente, colocando prejuicios culturales y raciales.
En la Edad Media, al-Ándalus se encontró encorsetado entre los Reinos Cristianos del Norte y la tradición de los dogmas asfixiantes de la ortodoxia islámica del Sur.
Pero ni los intransigentes cristianos del Norte ni los fundamentalistas musulmanes del Sur eran andaluces. Al-Ándalus era diferente.
En al-Ándalus se habían forjado las herramientas del respeto a todas las formas de entender la vida.
El Islam andalusí liberó a la península Ibérica de la brutalidad y el oscurantismo de los pueblos bárbaros.
En los centros de estudios de al-Ándalus brillaban la medicina, la astronomía, las matemáticas, las bellas artes y la literatura.
Y con la Conquista del Reino de Granada terminaron los sueños de un pueblo, que una fría noche de enero se acostó libre y se levantó esclavo.
En España, desgraciadamente, el conocimiento de la historiografía de al-Ándalus es muy pobre.
Ibn al-Jatib, como historiador y biógrafo, es fundamental para conocer la Historia de Granada. Y sin conocer la obra de Ibn al-Jatib no se puede entender la historia de la Granada Nazarí.
Entonces, centré todo mi interés en un objetivo: Dar a conocer al gran público y divulgar, en forma de novela histórica, la obra y la vida de un andalusí ilustre, testigo y protagonista de la política granadina del siglo XIV y hombre fuerte en una Corte sembrada de rencores y ambición, donde envejecer y morir en la cama era un privilegio que pocos alcanzaban.
Y nadie mejor que él, que sufrió la traición de los que decían ser sus amigos, para relatar, en primera persona, las luchas de poder y las intrigas palaciegas.
Ibn al-Jatib nos desvela las alianzas, a veces secretas y otras no tan secretas, entre los Reyes Cristianos y los Sultanes de Granada y el Magreb.
Las relaciones, entre Pedro I de Castilla y Muhammad V de Granada, llegaron a ser de auténticos aliados. Trabaron una amistad tan estrecha, que llegó a causar ESCÁNDALO en las Cortes de ambos Reyes. Ambos tenían problemas similares en sus respectivos reinos y ambos se ayudaron en la lucha contra sus enemigos.
El siglo XIV fue una centuria convulsa de guerras y calamidades, recordada por el horror de la terrible Peste Negra, que asoló Europa arrasando poblaciones enteras y provocando una gran depresión demográfica, sin embargo, fue el siglo donde brilló una generación de grandes poetas y literatos andalusíes como: Ibn al-Yayyab, Ibn al-Jatib, Ibn Jatima o Ibn Zamraq.
Ibn al-Jatib, nos da en sus escritos infinidad de datos sobre Granada y sus habitantes. Es muy descriptivo, nos cuenta el aspecto físico de los sultanes, sus aficiones, sus virtudes y defectos. De su afilada pluma no se libraron personajes de su entorno a los que tachó de enanos perversos, corruptos o ignorantes. Algo que para un novelista es impagable. Acostumbra a retratar a los demás, pero es hermético y cauto en cuanto a su vida privada. No nos da muchas pistas sobre su propio físico. En cuanto a su padre, es algo más explícito y en algunas de sus obras hace una elogiosa semblanza biográfica de él, aunque cargada de cierto tono de reproche.
Consta que tuvo varios hijos e hijas, pero sólo tenemos noticias de tres de ellos. En cuanto a su vida amorosa, cuestión importantísima para un biógrafo, por más que he buceado en bibliotecas especializadas y consultado documentos de arabistas y traductores, apenas he conseguido sacar algo a la luz. Ni siquiera al-Maqqarí, que ofrece datos sobre la familia del polígrafo de Loja, hace mención alguna sobre las mujeres o esposas de Ibn al-Jatib. Conocemos a una, llamada Iqbal, y tan sólo sabemos que se trasladó al Magreb para unirse a Ibn al-Jatib en su destierro y que allí murió y fue enterrada.
Emilio García Gómez, en el apéndice 4º de su obra: Foco de la Antigua Luz Sobre La Alhambra: “Ibn al-Jatib, Visto por el Envés”, nos cuenta, no sin cierta maldad, que a los dos meses de su viudez, pidió al sultán de Fez que le regalara una esclava; pero, como supone piadosamente al- Abbadí, quizás fuera, sólo, para llevar los asuntos de la casa. Lo curioso, añade García Gómez, es que la pidiera precisamente cristiana, y se pregunta: ¿prejuicio racista?. Nos quedamos con la duda.
Todos sabemos de lo arduo y trabajoso que resulta interpretar y traducir al polígrafo de Loja, por lo difícil y rebuscado de su escritura. Muchas de sus obras están escritas en prosa rimada, cuya traducción algunos tachan de endiablada.
Es justo, por mi parte, hacer un reconocimiento público a la labor y el esfuerzo de tantos arabistas y traductores que nos han permitido descubrir, tanto la importante obra literaria como al personaje histórico nacido en Loja hace 700 años.
Todo esto y mucho más tenían que conocerlo los españoles, y una forma de hacérselo llegar era a través de un relato ameno y atractivo en forma de novela histórica, construyendo un personaje más humano y verosímil, que pudiese ser aceptado de manera inmediata o intuitiva por el lector, con el soporte de un gran esfuerzo documental, donde prevaleciese el rigor histórico.
Así se forjó el origen de mi obra: El Cautivo de Granada.
Los capítulos de la novela están distribuidos por noches. Formando unidades narrativas que se cortan al llegar el amanecer. Se trata, pues de una novela narrada en primera persona, en la que he utilizado la estructura de los cuentos de Las Mil y Una Noches como recurso literario para mantener el interés del lector que, impaciente, desea conocer cómo continuará el relato en la noche siguiente.
Mis dos novelas, El Aroma del Arrayán y El Cautivo de Granada, tratan sobre al-Ándalus y están situadas en la Granada Nazarí. Mi elección del tema andalusí se remonta a mis años de estudiante de historia.
Desde muy joven me sentí atraído por el arte islámico. Me fascinaba la búsqueda de la estética de los artistas andalusíes. La decoración armoniosa y equilibrada de sus construcciones que, desde niño, observaba fascinado en los vestigios árabes de la ciudad donde nací, Toledo.
Pero lo determinante, para mí, fue el descubrimiento de la Alhambra.
La Alhambra seduce y enamora. Recuerdo la primera vez que visité Granada. Contemplando aquella imponente fortificación militar alzándose sobre la ciudad, nada hacía sospechar lo que albergaban sus torreones.
El reino Nazarí era uno de los más avanzados del mundo en aquella época. Y me indignaba el desconocimiento que tenemos los españoles sobre al-Ándalus. En los libros de historia de los vencedores de la guerra de Granada, apenas se habla de ello. Aunque todos sabemos, cómo los llamados cristianos viejos siempre despreciaron toda actividad creativa propia de los “moros”. En España, la historia de al-Ándalus se ha ignorado o se ha borrado del mapa.
Modestamente, desearía contribuir con mi libro a divulgar la obra y la vida de este personaje histórico que, tan injustamente, ha sido ignorado en nuestros libros de texto.
Creo que una figura insigne como Ibn al-Jatib, tanto en su faceta política como literaria, merece, sin duda, ser sacado del desconocimiento y el olvido que, tan injustamente, ha permanecido en nuestros libros de Historia.
*Mª. Jesús Viguera, miembro de la Real Academia de la Historia y Socia Honorífica de CIHAR