Cuando España fue nodriza de Europa
Por: Carmen Panadero Delgado
Dice Montgomery Watt en “Historia de la España islámica” que cuando los ejércitos cristianos entraron en Sevilla en 1248 “no pudieron reprimir su asombro al contemplar aquella grandeza; ellos nunca habían poseído nada semejante en el campo artístico, en esplendor económico, en organización civil, en tecnología o en producción científica y literaria”. La enorme y seductora fuerza de la cultura andalusí, no por completo oriental —pues integraba valores autóctonos hispanos, latinos y norteafricanos—, se basaba principalmente en sus aportaciones científicas, artísticas y literarias. Sus saberes científicos se fundamentan en la traducción de obras de la antigüedad clásica, preludio de sus propios descubrimientos posteriores; tras su literatura se hallaban, sobre todo, la lengua árabe, la impronta del carácter hispano y su poso cultural, mezcla de civilizaciones que antes colonizaron la península. Por ello, característica fundamental de la cultura andalusí es su “sincretismo“.
El Corán siempre se copió en lengua árabe, pero en sus inicios no todos los islamizados conocían dicha lengua, transmitiéndose oralmente. Por eso, los primeros musulmanes, para asegurarse de que lo transmitido era auténtico, idearon un método de crítica textual que establecía una cadena de transmisión con todos los nombres (isnãd) de los tradicioneros que la habían ido difundiendo.
Este procedimiento empleado con el Corán pasó luego a los escritos literarios y científicos. Así puede seguirse el camino de difusión de descubrimientos precedentes y la aparición de otros que derivan de aquellos, investigando cadenas que arrancan desde el s.VII hasta el XII andalusí para seguir la evolución de los conocimientos científicos. Cuando el califa Harũm al-Rashĩd creó en el s.VIII la Casa de la Sabiduría en Bagdad, fundó el principal foco difusor, que más adelante pasó a Córdoba.[1]
Los primeros conquistadores musulmanes llegados a la península ibérica en 711, en su mayoría norteafricanos y solo con afán militar, no hicieron aún aportaciones culturales. Fue con Abd al-Rahmãn I cuando comenzó a introducirse la cultura oriental. Gradualmente fue incrementándose la llegada de conocimientos orientales y, reinando su bisnieto Abd al-Rahmãn II, descollaban ya los primeros sabios autóctonos andalusíes. Analicemos hoy solo aportaciones científicas, no literarias.
Aportaciones árabes que pasaron a Europa vía España:
– Las cifras árabes —sistema de numeración de al-Jwarizmĩ, incluyendo el número “cero”— se introducen en al-Ándalus en el s.IX por Abbãs ben Firnãs (Córdoba), para más tarde pasar a Europa.
–El ábaco, vía andalusí llegó hasta Gerberto y Boecio.
–Aprovechamiento del viento y las velas de barcos para molinos; se usan en la península desde el s.IX para transportar, elevar agua o moler grano.
–Náutica, vela latina (alla trina, triangular), timón de codaste, cartas náuticas, el astrolabio, el cuadrante (más evolucionado que el de Ptolomeo), la brújula, etc.
– En el s.IX se introduce en España la cría del gusano de seda y la fabricación de la seda, manteniendo el monopolio desde el s.IX hasta el XII (en Italia no se manufactura hasta 1146 en Palermo y Venecia).
–Nuevos sistemas de riego, métodos subterráneos de conducción de aguas (foggara, jattãra. Es exclusivo de España el sistema maŷrã —matrice en latín— del que procede Maŷerĩt, Madrid); acequias, atarjeas, norias, corachas (norias de relevo en altura), pozos artesianos…
– La fabricación del papel, con origen en China y Turquestán en el s.V, llega a España a principios del s.X al fundarse en Játiva (Valencia) la primera fábrica de Europa, desde la que se exportó a Occidente y Oriente. Italia no fabricó su propio papel hasta 1268, y Nuremberg en 1390.
–El azúcar refinado (s.IX): La primera fábrica refinadora de azúcar de Europa se fundó en Creta por los cordobeses desterrados por al-Haqem I; su sucesor, Abd al-Rahmãn II, fundaba poco después la primera peninsular en Nerja. El azúcar de caña desplazó así al hidromiel.
Traducciones de gran trascendencia:
–El tratado “De Materia Médica” del griego Dioscórides revolucionó la medicina andalusí en el s.X; se tradujo en un congreso médico en Córdoba —uno de los primeros documentados—, donde por primera vez se interpretaron los términos farmacológicos del jonio antiguo, traducidos por el griego Nikolás para los médicos andalusíes Abulcassis, Hasdãy ben Shaprũt, ben-Samayyũn, Muhammad al-Šaŷŷãr, al-Basbasĩ, Abũ Utmãn al-Yazzãr, Muhammad ben Saĩd, Abũ Abdallãh al-Saqillĩ…, quienes identificaron numerosos principios genéricos y descifraron los valores de los simples. Ben Shaprũt los vertió al latín y hebreo. Gracias a aquellos médicos cordobeses conociéronse en España (más tarde en Europa) las propiedades de las plantas. Trajo consecuencias de enorme alcance: 1- ben Shaprũt fue el primero que fabricó en al-Ándalus (y Europa) la Triaca, decisiva contra las intoxicaciones; 2- la mejora de las anestesias empleando mandrágora, beleño, acónito, belladona, hašĩs, opio, amapola, mezclados en diferentes fórmulas.
Asimismo, en este congreso realizose la primera descripción clínica de la lepra y se usaron hormigas negras en intervenciones quirúrgicas abdominales.
-Traducciones trascendentales fueron: “Elementos” de Abũ Utmãn al-Dimašqĩ; “Mecánica” de Herón de Alejandría; “Cónicas” de Apolonio; “Nombres Médicos” y “Libro de Terapeútica” de Galeno; “Meteoros” de Aristóteles; “Cánon” de Avicena; “Introductorium” de Albumasar; “Planisferio” de Ptolomeo; el “Almagesto”; textos de alquimia y otras muchas obras matemáticas, filosóficas, astrológicas… La redacción del “Calendario de Córdoba” entre el médico Arĩb ben Sad y el obispo Rabĩ ben Zayd, traducida al latín, permitió predecir la meteorología durante el periodo de una semana, a través de las estrellas y su situación en cada época del año. Estas obras conociéronse en Europa a través de versiones latinas hispánicas, y en el s.X surgió en Córdoba la mayor Biblioteca de Occidente, 400.000 volúmenes, reinando al-Haqem II.
Principales sabios y sus descubrimientos:
–Médicos: ben-Shaprũt, ben-Ŷulŷul, al-Kattãnĩ, al-Yazzãr, ben-Samayyũn, al-Gãfiqĩ (padre e hijo), Aventofail, Avempace, Avenzoar, ben-Tumlus, Averroes, Maimónides…
-Astrónomos: Maslama de Madrid, ben Firnãs, al-Sa-ffãr, al-Qarmanĩ, ben al-Samh, Saĩd al-Sahlĩ, Alí ben Jalãf, Azarquiel, al-Bitruŷĩ (Alpetragius), al-Farganĩ, Abũ Salt…
– Geógrafos: al-Idrisĩ, Yãhya al-Gazãl, al-Udrĩ…
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– Aventofail, Ben Tufail, primer médico en aplicar en al-Ándalus las aportaciones de Avicena, en vida de este.
-Avenzoar, Abũ Merwãn ben Zohr, s.XI, escribió un manual de Terapéutica y Profilaxis, describió por primera vez el absceso de pericardio, también métodos de traqueotomía; aplicó alimentación artificial por esófago y recto; primer hispano y europeo en identificar al arador de la sarna.
-Averroes, Abũ-l-Walĩd ben Rušd, s.XII; sus obras influyeron decisivamente en occidente (ver mi artículo “Averroes, un sabio integral”). Médico, astrónomo, filósofo, jurista —qadí en Sevilla y Córdoba—, en sus obras intentó conciliar razón y fe. Su gran obra médica: “Colliget“. Como astrónomo, sus correcciones al geocentrismo sugirieron a Copérnico el explicar los movimientos del sistema planetario fuera del modo aristotélico-ptolemaico conocido. En “De Caelo et mundo“ muestra sus teorías sobre el cosmos. Sus ideas cinéticas (con Alpetragius) dieron lugar al “movimiento uniformemente acelerado”. Como filósofo es la cumbre del aristotelismo medieval.
-Maimónides, Mhosé ben Maymon, médico y filósofo judeocordobés (s.XII). Huyó de Córdoba bajo la amenaza almohade; vivió en Marruecos y Egipto, donde ejerció la medicina hasta su muerte. Procuró conciliar la fe mosaica con la razón.
-Muhammad Al-Gãfiqĩ, oftalmólogo cordobés (s.XII), escribió “Guía del oculista“; precursor de la moderna patología ocular, mejoró las operaciones de cataratas, realizadas en al-Ándalus desde el s.X. Especialista en lentes, de él deriva el término “gafas”. Su hijo Abũ Yafar ben al-Gãfiqĩ, farmacólogo, sumó a las aportaciones de Dioscórides incontables productos farmacológicos endémicos de la flora ibérica.
-Alpetragius, al-Betruŷĩ (s.XII); astrónomo, reintroduce la noción de ímpetus, supresión de epiciales y excéntricos, y la teoría de que las esferas celestes dan vueltas alrededor de ejes que producen movimiento espiral. Junto a Averroes, propuso su teoría del sistema planetario.
-Abbãs ben Firnãs (s.IX), antecesor del humanista renacentista. Introdujo en España los descubrimientos matemáticos de al-Jwarizmĩ; inventó un método para tallar el cristal de roca y fundó, bajo patrocinio de Abd al-Rahmãn II, la Real Fábrica de Vidrios de Córdoba. Construyó un planetario, un reloj y una máquina que disponía los cuerpos celestes en habitaciones o cajas, movidos por astrolabios de engranaje, precursora de los ecuatorios y relojes mecánicos; modelo mucho más avanzado que el de Arquímedes. Intentó volar con alas de fabricación propia, lo logró durante cierta distancia, pero no supo aterrizar. Uno de los mejores jugadores de ajedrez (al–šatrãn) de su tiempo.
-Azarquiel, Abũ Ishãq al-Zarqallũh (s.XI). En “Tratado de la Azafea” demuestra que el astrolabio progresó con su invento de la azafea, por el cual hacía universal al astrolabio y simplificaba su uso, pudiendo ser utilizado en diferentes latitudes. La estilización de su esfera armilar condujo al astrolabio esférico. Escribió “Tratado de la Lámina de los Siete Planetas”, en el que aseguraba que la órbita de Mercurio es elíptica, anticipándose a Kepler casi 600 años. Otras obras: “Tratado sobre el Ecuatorio”, “Tablas Astronómicas Toledanas”, “Tratado sobre la Esfera Armilar”, “Tratado sobre las estrellas fijas”. Construyó clepsidras en Toledo y Córdoba.
-Al-Idrisĩ nació en Ceuta y vivió en Córdoba. Escribió “Geografía Descriptiva” (“Libro de Roger”), en que dividía la tierra en siete climas según los paralelos y en diez secciones según los meridianos. Realizó innumerables mapas y cartas náuticas de la tierra entonces conocida.
-Al-Fargãnĩ midió el gramo de meridiano, que tanto solucionara a Colón.
En literatura, el sufismo es origen de la mística renacentista. Influyeron en las costumbres (introduciendo infinidad de frutos y hortalizas, el baño diario, innumerables instrumentos musicales, géneros literarios…), así como en artesanía y arquitectura.
Bibliografía
[1] – Lo que Europa debe al Islam de España, Juan Vernet.
– Historia de la España islámica, Montgomery Watt.
– Jardín de al-Ándalus, Eduardo Paniagua.
– La Cruz y la Media Luna, Carmen Panadero.