El té aromático marroquí
Por: Naoual Maaroufi
El Aroma es a hierbabuena y el sabor a menta fresca; el olor es a jazmín aromático y el color es manantial natural. Por su significado de acogida y hospitalidad es sumamente expresión artística así como su forma de servir, es elegancia particular. El té Marroquí, dulce por su azúcar blanco y refinado semejante al mirto o al arrayán es exquisito por su virtud y equilibrio emocional e intenso como su color verde oscuro brillante vegetal.
Siguiendo la Tradición cultural en Marruecos, el té a la menta o jazmín, carcomo, canela, azahar y hierbabuena, tiene como base principal el agua, considerada como purificación del cuerpo y alma, por lo que nuestro instinto se inspira de la reflexión y la relajación. Ese agua hirviendo que eleva un vapor inodoro e incoloro, que dibuja en el aire bandejas de plata y vasos de cristal cristalino. Ese agua que emancipa de una fuente de mosaico de cerámica tradicional decorativa, que rima al compás de las nubes andalusíes en medio de patios de naranjos anaranjados. Sensacional es sentir los cinco sentidos mezclados a través del frescor del tacto del vaso de cristal, como una brisa suave terciopelada que sabe a espuma suave con gotas de agua de azahar. Degustar cada sorbo nos hace desfilar por tiempos del Ándalus, así como su elaboración es fuente de suma delicadeza.
Por lo tanto, el té marroquí es considerado CULTURA, ARTE Y TRADICIÓN.