HISTORIA DE LA MALLORCA MUSULMANA
Por: Juan José Valle
HISTORIA DE LA MALLORCA MUSULMANA
Mallorca en el año 1114 Final del esplendor e independencia.
El 22 de agosto de 1114 se presentó en la bahía mallorquina la flota de invasión pisano-barcelonesa. Los genoveses no habían querido sumarse a la coalición bendecida por el Papa Pascual II, e informaban a Mubbasir, soberano de Mallorca, de los preparativos de la invasión. Nada más llegar, Ramón Berenguer III envió a Mubbasir dos cartas de disculpa: una por la matanza de sus aliados en Ibiza, y la otra por haber roto la amistad eterna firmada por su abuelo.
Las luchas fueron terribles. El conde de Ampurias y el barcelonés buscaron un acuerdo, pero se opusieron los pisanos que querían acabar con la competidora ciudad. Tras tres meses de asedio Mubbasir pidió auxilio a los hombres del velo, los almorávides africanos. El soberano Alí Ibn Yusuf ben Taxufin, que gobernaba el imperio almorávide desde Marrakech hasta Zaragoza, tomó con calma la petición, pues todo Al-Ándalus, excepto Baleares estaba bajo su mando. Ordenó concentrar una flota en Ceuta, pero era tarde, Mubbasir murió el 20 de febrero y los invasores abrieron una brecha, donde se permaneció luchando entre la segunda y tercera muralla unos veinte días. Finalmente, el 14 de abril cayó la ciudad y los cruzados se extendieron robando, violando, saqueando e incendiando. Lo ocurrido fue conocido en los anales musulmanes como “Al Taqtylu al -Kabyru”” La Gran matanza” Así acabó la floreciente ciudad de sabios, pensadores y poetas, y cuando llegó la flota de socorro, solo pudo dedicarse a sofocar incendios, enterrar muertos y auxiliar a los refugiados en montañas y aldeas. Entre los difuntos estaban los dos mejores poetas, el siciliano Abu al-Árab, gigante de casi dos metros de estatura, y Ben al-Labbana de metro y medio. Al ser enterrados uno al lado del otro, sus tumbas eran fácilmente reconocibles en el cementerio situado donde ahora es el Corte Ingles de las avenidas.
Las crónicas musulmanas no hablan de la intervención de la escuadra mallorquina, que parece ser era considerable, pues en una revista naval, el poeta Ben al-Labbana dedicó a Mubbasir esta poesía: En la bahía está tu flota, numerosa como agua de chaparrones. Sobre ella van los hijos de la guerra, como en corceles ganadores. Llenan sus puentes y bodegas armados y vigilantes. Vuelan las naves, las hijas del mar. Sus plumas son como las del cuervo, pero son halcones en realidad. Semejan nubes cargadas de lluvia que al sumergirse en la bahía navegando, parecen un espejismo de camellas caminando. No pude imaginar…que los barcos fueran feroces leones que agitan los remos hacia ti saludando, como pestañas de un ojo que está temblando. O como cálamos del secretario del rey que traza sus alargados rasgos sobre el papel.
Mallorca se incorporó al imperio almorávide, y la bandera blanca omeya que había ondeado durante más de doscientos años, fue sustituida por una de color negro con versículos del Corán. Y las monedas de Mubbasir, se cambiaron por las de Ali ibn Yusuf ben Taxufin.
Había que levantar de nuevo la ciudad y repoblar. Dada la ingente cantidad de viudas y huérfanos, se ofreció a jóvenes de la flota, la posibilidad de quedarse, con la obligación de casarse con tres mujeres, una de ellas sería virgen y las otras dos viudas de guerra, también aceptarían como hijos a los huérfanos de las dos anteriores.
Muchos se quedaron de buen grado, aunque les extrañó las costumbres. Estos hombres del velo habían sido fanáticos en temas religiosos, y fue una sorpresa encontrar muchos cristianos e iglesias, entre ellas dos genovesas. Pero la intransigencia demostrada 20 años antes en la toma de Sevilla, había cambiado y poco a poco habían empezado a asimilar las costumbres de la sociedad andalusí, aunque tabernas y vino seguían prohibidos. También influyó el comportamiento de los genoveses con el finado príncipe de Mallorca, pero la vida cultural anterior era imposible de recuperar.
En Baleares, cuyo nombre en árabe era “Al-Yazayr al Sarqiya”, (Las islas orientales), había dos principales islas Menorca e Ibiza, el nombre de esta última venía del árabe Yábiza, (La Seca), con emires dependientes de la Madyna Mayurqa.
Los walíes o gobernadores se sucedieron en paz durante unos años, pero la irrupción en Al-Ándalus de un nuevo poder, los Almohades o unitarios, procedentes también de África estaban desbancando a los almorávides, por ello dos descendientes del primer soberano almorávide Yusuf ben Taxufin fueron nombrados gobernadores, uno de la península y el otro de Baleares. Eran los Ganya, descendientes de Ganya, única hija de Taxufin, y por ello adoptaron el apellido materno. De esta familia ya mallorquina, salió una persona conocida en los ámbitos de la historia musulmana como “El Aníbal mallorquín”
Publicado en el diario Ultima Hora de Mallorca