El CORAZÓN DE LAS TRES CULTURAS
El CORAZÓN DE LAS TRES CULTURAS:
VALENCIA DEL CID,
LA CIUDAD DEL GRIAL
I FERIA DEL LIBRO HISPANOÁRABE DE GRANADA
VI de CIHAR
Circulo Intercultural Hispano Árabe
GRANADA / 29 10 2018
Rafael Monzó
Sinopsis:
Valencia del Cid, conocida hoy también como la Ciudad del Grial, comienza a emerger como un nuevo símbolo para nuestra sociedad actual, al invocar la concordia de las Tres Culturas y la Cultura de Paz.
Dos son los motivos legendarios, que sustentan esta nueva visión, por un lado el Grial, que se conserva en su Catedral y que contiene elementos de las Tres Religiones del Libro, y por otra parte, la mítica figura mozárabe del Cid, cuyo más importante documento literario, el Cantar de Mio Cid, se inicia precisamente, en los antiguos reinos de Granada y de Sevilla. El Cid, junto a su esposa Jimena, alcanzó fama universal, gobernando en Valencia como Príncipe de las Tres Culturas, y deteniendo el avance de los fanáticos musulmanes del norte de África. Su figura, desde una dimensión psicológica, continua teniendo vigencia para el hombre moderno, pues en él se encarna un modelo ético del comportamiento humano y afianza los valores interculturales y de convivencia, que son necesarios para llegar a sanar una herida, que olvidada en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad, todavía se expresa en nuestro tiempo actual.
Buenas días a todos.
En primer lugar dar las gracias a los organizadores por la invitación a participar en esta nueva edición de la Feria del Libro Hispanoárabe y como no agradecer a todos vosotros el interés, en venir a escuchar esta charla.
Hace 20 años, UNESCO creó el Programa Mediterráneo, para favorecer un espacio de relación, entre los ciudadanos de ambas orillas de este mar, como una iniciativa, que era concebida, para que el Mediterráneo tuviera una voz propia, favoreciendo el diálogo intercultural y la cooperación, al servicio del desarrollo, la seguridad y la paz en la zona.
Fue en Agrigento, Sicilia donde tuvo lugar, el primer encuentro, bajo la denominación de la MULTAQA de las Tres Culturas. El motivo por el que fue elegido aquel lugar, era porque allí se encontraba el templo greco-romano de la Concordia, que en 1946, inspiro la creación del logo de UNESCO. Pero lamentablemente, tres años después, sucedió que a consecuencia del trágico atentado de las Torres Gemelas, y la proclamación por Bush del “Eje del Mal”, se bloqueó la continuación de aquella esperanzadora iniciativa. Sin embargo el Centro Unesco de Valencia, retomó entonces aquel espíritu y continuó organizando aquellos encuentros anualmente, hasta el día de hoy, en que hemos celebrado ya el XX Aniversario, y bajo el lema “Mediterráneo de Civilización y de Paz”, de nuevo, se volvió a organizar en Agrigento, donde quisimos llevar a cabo un hermanamiento, entre el Templo de la Concordia y el Grial de Valencia, al que en la anterior Multaqa, se le dio el reconocimiento del Grial de la Concordia.
Así fue pues, como en Valencia, durante todos estos años, se ha podido mantener vivo en el Mediterráneo, con esta iniciativa de la Multaqa, el encuentro de las Tres Culturas. En paralelo con esta iniciativa, hemos visto en Valencia, como dos motivos legendarios, han ido despertado el interés de las gentes, y ambos invocan también como la Multaqa, el espíritu de la concordia y de la Cultura de Paz, y pueden favorecer, un cambio de actitud en nuestra sociedad actual. Estos dos motivos son, el Grial que se conserva en la Catedral y la legendaria figura del Cid.
El Grial de Valencia, representa una valiosísima joya de la orfebrería medieval, que llegó a la ciudad en 1424, y cuenta con una larga tradición. En él se contienen elementos que pertenecen a las Tres Religiones del Libro, y es anterior a la época de las Cruzadas. En la actualidad, ha llevado al reconocimiento de Valencia, como La Ciudad del Grial.
Y por otra parte, se trata de la figura mozárabe del Cid, cuyo más importante documento literario, el Cantar de Mío Cid, se inicia precisamente, aquí en estas tierras, de los antiguos reinos de Granada y de Sevilla, y que terminó dando a la ciudad de Valencia, el sobrenombre de Valencia del Cid.
Él Cid junto a su esposa Jimena, alcanzaron una fama universal, gobernando en Valencia (1094/99), como Príncipes de las Tres Culturas, sobre Musulmanes, Judíos y Cristianos Mozárabes, que a finales del S.XI, respetando sus diferencias, y con sus luces y sus sombras, ya llevaban conviviendo en la península, durante casi cuatro siglos. Él solo fue capaz de detener el avance de los Almorávides que fueron unos fanáticos musulmanes integristas del norte de África, que invadieron al-Ándalus.
Se da además la coincidencia, de que ambos motivos, el Cid y el Grial de Valencia, se encuentran hermanados, por un vínculo común con la cultura Mozárabe. Pero la verdadera importancia de la figura legendaria del Cid, es que desde una dimensión simbólica, su figura aún continúa teniendo vigencia para el hombre moderno, pues en él se encarna un modelo ético del comportamiento humano, y tanto en la leyenda del Cid, como en el Grial de Valencia, se contienen elementos, que contribuyen a afianzar los valores interculturales y de convivencia, que tan necesarios son en la actualidad.
En ambos motivos se encuentran entrelazadas la historia y la leyenda, pero nosotros en esta charla, vamos a tratar de acercarnos a ellos, desde un nuevo punto de vista, que nos va a permitir entender, cómo es que a lo largo de los siglos, no han dejado de interesar, e incluso más allá de nuestras fronteras.
Es un hecho sorprendente, ver como estas figuras del pasado, aún en la actualidad, siguen apareciendo en los sueños, las fantasías y en el interés de muchas personas, y es por esto, que es importante, tratar de entender simbólicamente, cuál es el mensaje, que aún tienen hoy, para nosotros.
En este sentido, existe una cita de Ortega y Gasset, que se refiere al Cantar del Mío Cid, en unos términos que resultan verdaderamente inquietantes: “…pero esta pobre tierra, que hoy podría comprarse por treinta dineros, ha producido un poema – el Mío Cid – que allá, en el fin de los tiempos, cuando venga la liquidación del planeta, no podrá pagarse con todo el oro del mundo”. Como veis aquella inspiración que tuvo, otorgaba a esta leyenda una enorme importancia, hasta incluso, llegar a considerarla, nada menos que, como el mayor de “los tesoros” para la Humanidad, por esto, en los tiempos de crisis social y de valores, en el que nos encontramos, esta declaración es algo que deberíamos de tener en gran consideración.
Pero antes de seguir, quisiera hacer dos puntualizaciones: la primera, que es necesario, despojarse de los prejuicios y las ideas que tenemos sobre el Cid, porque como se dijo, no nos interesa como personaje de la historia o la literatura, sino que el verdadero interés, es tratar de entender el mensaje que se encuentra en su leyenda.
Por otro lado, también hay que decir, que las leyendas, son el equivalente para las culturas y los pueblos, de aquello que los sueños, representan para las personas, y cuya función más importante, es tratar de compensar o completar, desde el lado del Inconsciente, nuestras actitudes y conductas, y por esto nos permiten llegar a entender, el trasfondo psíquico, en el que viven las sociedades, los pueblos o las personas.
Como sabéis, El Cantar de Mío Cid, es el más importante cantar de gesta de nuestra literatura. Con el tiempo estos cantares, dieron lugar a un fenómeno literario, conocido como las novelas de Caballería, y del Amor Cortes, que en su origen tuvieron relación con la poesía árabe. Su característica, era ensalzar el valor heroico de los caballeros, pero lo más importante, es que en ellos, ocupaba un lugar primordial, el amor del Caballero a una Dama.
Para los que no recordéis el argumento del Cantar de Mío Cid, haré primero una breve síntesis. Pero antes, es interesante mencionar, que no se sabe cuál fue el motivo, por el que sus dos primeras páginas, fueron arrancadas, y puede llegar a pensarse, que incluso pudo ser algo intencionado, para que no se llegara a saber, cuál era el motivo, que desencadenó el destierro del Cid. Fue el historiador Menéndez Pidal, quien siguiendo las crónicas de la época, pudo finalmente reconstruir lo que había sucedido.
El Cid aparece en el Cantar, como un caballero castellano, que actúa como mensajero, al servicio del rey Alfonso VI, que le destierra, al ser acusado falsamente, por unos nobles envidiosos, de haberse quedado con parte de las parias, que el rey hispanomusulmán de Sevilla, pagaba al rey Alfonso, para que este le defendiera de sus enemigos. Como así sucedió, cuando el Cid, tuvo que defenderle, frente a las hostilidades que estaba recibiendo por parte del rey de Granada, aliado con aquellos nobles cristianos.
Cuando el Cid, sale camino del destierro, el rey no permite que su mujer y sus hijas, le acompañen, y ellas quedan retenidas en Burgos. En uno de los más dramáticos versos de ese pasaje del Cantar, se dice…“No visteis llanto más amargo que aquel: así se separaban unos de otros, como la uña de la carne…”
Para sobrevivir por las tierras de Al-Ándalus, el Cid ofrecería su protección, a diferentes reyes y señores, siguiendo la política de las parias y con el tiempo, llegaría incluso a ser Príncipe del Reino Hispanomusulmán de Valencia. En reconocimiento por sus éxitos, el rey Alfonso, decidió libera a su mujer y sus hijas, para que pudieran reunirse con él en Valencia.
Es en ese momento, cuando los ambiciosos Infantes de Carrión, convencen al rey, para que le pida al Cid, que case a sus hijas con ellos, algo que no siendo del agrado del Cid, sin embargo lo aceptó por complacer al rey. Tras celebrarse las bodas, un ejército de fanáticos Almorávides, llegaron desde el norte de África, pero el Cid y sus hombres, consiguieron vencerlos, mientras que en la batalla, los dos infantes se mostraron, cobardes y temerosos. Es entonces, cuando avergonzados por las burlas que recibían, decidieron regresar a Castilla. Al comienzo del viaje, fueron hospedados por Abengalvan, un noble hispano-musulmán, a quien el Cid consideraba un buen amigo, pero los Infantes sin embargo, aprovechando su generosa hospitalidad, lo intentaron matar para robarle, sin llegar a conseguirlo. Llenos de rabia y furia, siguiendo el camino hacia Castilla, ultrajaron y abandonaron a sus esposas, en un bosque (lo que hoy, llamaríamos un acto de “violencia de género”, que como veis, no es nada nuevo, y algo que después de tanto tiempo, todavía no hemos conseguido superar) pero entonces Abengalvan, que estaba preocupado por ellas y no había dejado de vigilarlos, las pudo rescatar de la muerte y ayudarlas a regresar de nuevo a Valencia. El Cantar termina, cuando el Cid, en vez de querer vengarse por aquella afrenta, que sería lo normal, decide acudir a la corte del rey en Toledo, para pedirle justicia, allí se celebran unos duelos, en los que salen victoriosos los hombres del Cid, y finalmente llegan unos mensajeros de los príncipes de Navarra y de Aragón, que piden en matrimonio a las hijas del Cid.
Si hacemos un resumen psicológico de esta trama, nos vamos a encontrar, con cuatro aspectos que enmarcan la leyenda: El primero, es que el Cid corresponde a un modelo heroico de tipo mercurial, porque aparece como un mensajero del rey. En segundo lugar, se muestra como un héroe que integra el principio femenino, representado por su mujer y sus hijas. En tercer lugar, vemos que también integra a su lado opuesto, que es la sombra hispanomusulmana, representada por su amigo Abengalban, y por último, muestra con su actitud hacia el rey, el reconocimiento y respeto a un símbolo central y de totalidad.
En primer lugar, el Cid, como mensajero del rey, y encargado de cobrar las parias, garantizaba así la seguridad y el equilibrio, entre los reinos hispano-cristiano e hispano-musulmanes. Es por esta función mediadora, que al Cid, le corresponde la figura de héroe “mercurial”. El modelo arquetípico de estos héroes, es el dios grecorromano Mercurio, que era conocido como embajador, heraldo de la paz y mensajero. Él era el mediador, que ponía en relación, a los dioses del Olimpo con los humanos, uniendo de esta manera el cielo con la tierra. Estas figuras, muestran cualidades mediadoras, integradoras y unificadoras, y también rasgos ambivalentes y paradójicos. Hay muchos ejemplos como Merlín, que era hijo de un diablo y una joven virgen cristiana, o Robín Hood, que robaba a los ricos para ayudar a los pobres. Esa ambivalencia está presente también en la figura del Cid, que siendo cristiano se le conoce bajo su denominación en árabe, que quiere decir Señor o aparece como alguien que unos tienden a idealizar, mientras que otros lo desprecian como un simple mercenario.
En segundo lugar, como en las novelas de Caballería, el Cid integra el principio femenino y del amor, que se encuentra expresado en su relación con Jimena y con sus hijas. Esto es de relevante importancia, porque el vínculo de relación, a través de los sentimientos, es el que permite unir a los opuestos, algo que extrapolado a un contexto histórico y social, es imprescindible para favorece el desarrollo de la tolerancia y de la convivencia.
En tercer lugar, la figura del Cid mantiene una correcta relación con su aspecto opuesto, la sombra hispano-musulmana, que se encuentra representado, por Abengalvan, el noble alcaide de Molina, de quien se dice en el Cantar, que era su amigo natural y su entrañable amigo y que será quien rescata a sus hijas de la muerte.
Y por último, en cuarto lugar, el rey representa un símbolo central y de totalidad, y es la expresión de la dominante del consciente colectivo de la época. Por eso el Cid, mediante su inquebrantable fidelidad y respeto al rey, expresa de esa manera, un verdadero compromiso ético, con el conjunto de los valores morales, que eran aceptados en aquella sociedad. En aquel contexto del S.XI, la defensa de la política se las parias, ocupaba un lugar central.
Pero lamentablemente en el Cantar, en relación al rey Alfonso, en uno de sus más conocidos versos, se dice del Cid, “Dios, que buen vasallo si tuviera un buen señor…”. Esto alude a este rey, como a una figura incompleta, que además también aparece en el Cantar, como un rey sin reina, es decir que simbólicamente, no mantiene ninguna relación con el ámbito de los sentimientos, justo lo contrario del Cid. Es por ello, que en el Cantar, él se muestra cruel y despiadado, por ejemplo, no solo porque destierra a su mejor hombre y además retiene a su mujer y sus hijas, sino que incluso llega a amenazar con sacar los ojos, de quien le ayude camino del destierro. Podemos decir, que el rey se deja llevar por la influencia negativa de la sombra, por su parte oscura y que en el Cantar, la encontramos representada en primer lugar por los envidiosos nobles castellanos, que con sus difamaciones, provocaron el destierro del Cid, en segundo lugar por los cobardes, traidores y ruines Infantes de Carrión y en tercer lugar por los fanáticos Almorávides, que en la historia, irrumpieron en la península en el S.XI, a consecuencia de la codicia y la ambición del rey Alfonso, comenzando de esta manera, la destrucción de al-Ándalus.
Históricamente lo que sucedió, como contó en sus memorias el rey Abdala de Granada, fue que después de la desintegración del Califato, los reyes hispano-musulmanes de Al-Ándalus, no tuvieron más remedio que pedir, ayuda militar a los Almorávides, aun sabiendo que se trataba de fanáticos integristas, cuando vieron que sus reinos estaban en peligro, por que Alfonso, había convertido el sistema de parias, en una forma de extorsión para debilitar así sus reinos y apoderarse de ellos, como hizo con Toledo.
Pero el problema fue, que después, aquellos radicales musulmanes, similares a los actuales yihadistas, ya no se fueron de la península, sino que llegaron a dominar todo Al-Ándalus, sofocando aquel esplendor cultural y el espíritu de convivencia, que durante cuatro siglos, se había desarrollado allí. Más tarde, tras ocho décadas, se impusieron sobre ellos los Almohades, otra nueva orda africana de integristas musulmanes, que con su propia interpretación radical del Corán, continuaron con la destrucción de la sociedad andalusí, y fueron especialmente agresivos con los judíos sefardíes. No sería hasta el año 1212, cuando en la batalla de las Navas de Tolosa, fueron derrotados por una coalición de ejércitos cristianos, y definitivamente se abrió paso el avance de la Reconquista.
En síntesis se puede decir, que la leyenda el Cid, con los cuatro aspectos, que la enmarcan, ha tenido la función de compensar durante siglos, en el consciente colectivo de la sociedad, aquellos valores que estuvieron ausentes, no solo durante aquella época de la reconquista, sino también durante la conquista de América e incluso también ahora en nuestros días.
Una actitud dominante, unilateral y patriarcal, encarnada en la leyenda, por la figura del rey Alfonso, que no fue capaz en aquel tiempo, de estar a la altura de las circunstancias y necesidades históricas de la época y que interrumpió el desarrollo social y cultural de Al-Ándalus, que había permitido casi durante cuatrocientos años, hasta el siglo XI, la convivencia entre las Tres Culturas, y el desarrollo de la más elevada concepción del ser humano, como fueron testimonio de ello, personajes como Elipando de Toledo, Averroes, Maimonides, Moisés de León, Ibn Hazm, o el médico y filósofo de Guadix, Abentofail, quien escribió, la que posiblemente ha sido la más importante obra de nuestra literatura, “El filósofo autodidacta”, adelantándose en nueve siglos, a nuestras concepciones actuales, que proponen el desarrollo ético y espiritual del individuo, frente a las religiones colectivas.
Este desarrollo de la conciencia andalusí, y el Eros Hispano-musulmán, que allí llegó a florecer, se expresó de manera muy importante en el misticismo sufí, y que Ibn Arabí, fue capaz de sintetizar, en los conocidos versos de su obra, El Interprete de los deseos ardientes, que dicen:
“…!Oh maravilla! ¡Un jardín entre llamas!
Mi corazón se ha hecho capaz de aceptar todo:
pasto para gacelas,
convento para los monjes,
templo para los ídolos
y Kaaba para los peregrinos,
las tablas de la Tora y el libro del Corán.
Yo profeso la religión del amor y en cualquier lengua… el amor es mi religión y mi fe…”
Hoy día todavía se puede encontrar en India, el mayor testimonio que existe, de ese espíritu del Eros, que se llegó a desarrollar bajo el Islam, un sentimiento de amor, que es capaz de abarca todos los aspectos, tanto humanos como divinos, y que está representado en una de las más grandes Maravillas del Mundo, como es el Thaj Mahal, un mausoleo, que mandó construir el emperador Shah Jahan, para su amada esposa Muntâz Mahal, y quien a demás había concebido, hacer también una réplica en mármol negro, en la otra orilla del rio, y que estuvieran unidos por un puente.
En el ámbito legendario hispano, aquella época del S. XI, también quedó reflejada en una leyenda que se cuenta en Málaga, conocida como La Cueva del Tesoro de los Cinco Reyes, que precisamente está en relación con los fanáticos Almorávides y trata de un tesoro que ellos escondieron en su huida a África, cuando fueron expulsados por los Almohades. Pero aquel tesoro que no pudieron llevarse con ellos, desde el punto de vista simbólico, no era sino la expresión de la riqueza, de aquella esplendorosa cultura de al-Ándalus, que estaba representada en la leyenda por aquellos cinco reyes hispano musulmanes. Un tesoro, que pertenece al estrato más profundo de nuestra psique colectiva: el espíritu del Eros hispano-musulmán, que habían llegado a florecer hasta entonces en Al-Ándalus. Un espíritu de convivencia, un vínculo de relación entre las culturas, que justo comenzó su declive, tras la muerte del Cid, y con la llegada de los fanáticos Almorávides y Almohades.
Es interesante señalar por esto, como poco tiempo después en 1391, comenzaría el asalto a las juderías en Sevilla y un siglo después tendría lugar el drama de la expulsión de los judíos, y en 1609, se culminaría con la expulsión de los Moriscos. Pero fue en aquella época, del Siglo de Oro literario, cuando precisamente el Romancero del Cid adquirió la mayor popularidad y de él, los romances más celebrados, fueron precisamente aquellos en los que Cid, se enfrento con los Almorávides, deteniendo su avance en los reinos del Mediterráneo. Es de ahí de donde nació la conocida leyenda, que cuenta que incluso, cuando el Cid ya estaba muerto, sus hombres lo pusieron sobre su caballo Babieca, y los almorávides, al verlo huyeron despavoridos.
Pero también a lo largo del tiempo, la leyenda del Cid, inspiró numerosas obras literarias y de teatro, y su fama se fue extendiendo por el mundo. En Francia, tuvo un gran éxito la obra de Pierre Corneil, EL CID, que estaba inspirada en Las Mocedades del Cid, escrita por el valenciano Guillen de Castro. Pero lo que ha sido un hecho verdaderamente asombroso, es que esas obras, que trataban de los amores del Cid con Jimena, llegaron a inspirar desde el s. XVII, en diferentes países, nada menos que hasta cuarenta libretos de ópera, algo que ha sido completamente único en la historia. Este importante fenómeno, nos muestra, la necesidad que ha existido de compensar, mediante una historia de amor, la mentalidad unilateral y racionalista, que desde el siglo de las luces, trató de dejar a un lado los valores de los sentimientos y de lo femenino.
También es interesante mencionar, la figura del mecenas americano, Archer Milton Huntington, que ayudó a que la fama del Cid se extendiera por el mundo. Él estaba fascinado por la cultura medieval española, y fundó en 1904, la Hispanic Society of America, en Nueva York. Gran entusiasta del Cid, quiso exaltar su figura, con una escultura ecuestre, que realizó su esposa Ana Hyatt, y de la que donó algunas copias a diferentes lugares del mundo, una de ellas se encuentra en Sevilla, otra en Valencia, dos más fueron donadas a California, y la quinta se encuentra en Buenos Aires.
También se hizo muy popular la coproducción cinematográfica americana, que casi todos recordareis y que se puede decir que ha recorrido el mundo de parte a parte. Pero desde el año 2002, se puede decir, que el Cid, “comenzó de nuevo a cabalgar”, porque fue entonces cuando se creó El Camino del Cid, una ruta turística y cultural, que año tras año, ha ido adquiriendo una mayor popularidad. Durante este pasado año, nada menos, que se llegaron a gestionar cuatrocientas mil credenciales. Es un camino que tiene su inicio en Burgos, y termina en Valencia, y a través de 2000 Km, recorre cuatro comunidades y ocho provincias.
Por otro lado y coincidiendo con la creación del Camino del Cid, ha sido trazada también la llamada Ruta del Grial, que tiene su inicio en los Pirineos Aragoneses, y que también finaliza en Valencia. Lo extraordinario es que tanto este Grial, como la figura del Cid, ambos representan motivos, que están en relación con la cultura Mozárabe, que representó un cristianismo islamizado, que justo comenzó su declive, en el siglo XI, tras la persecución que sufrieron, durante la invasión de los Almorávides, y también, por la presión que la iglesia de Roma comenzó a ejercer a partir de entonces, para que abandonaran su cultura.
Este Grial, se encuentra precisamente en Valencia, en el mismo emplazamiento de la antigua mezquita, y de la iglesia mozárabe, en donde aún se conserva hoy un documento, con la firma del Cid, que está fechado en 1098, un año antes de su muerte, cuando él realizó allí una donación, para el culto de la Virgen.
Este Camino del Grial, recrea el itinerario, que en el siglo XV, recorrió desde el antiguo monasterio Mozárabe de San Juan de la Peña, cerca de Jaca, en Huesca, hasta llegar Valencia (1424). La tradición cuenta, que esta copa, utilizada en las celebraciones de la Pascua judía, sería la misma que utilizaría Jesús durante la Ultima Cena, con la que instituyo la Eucaristía y proclamó la Nueva Alianza, que frente al Antiguo Testamento, proponía una nueva actitud, de amor al prójimo y de no violencia. Más tarde, sería San Pedro quien la llevaría a Roma, donde fue utilizado por veintiún papas y en el año 254, durante la persecución del emperador Valeriano, el papa Sixto II, poco antes de ser martirizado, le encargó a San Lorenzo, protegerla, y él con la ayuda de un legionario la hizo llegar a Huesca, en donde vivían sus padres.
Allí estuvo en varios lugares de los Pirineos, hasta que llegó a San Juan de la Peña, en donde permaneció durante el tiempo histórico y también legendario, en el que vivió el Cid. En aquel lugar fue donde aquella copa judeocristiana, se trasformo en un Grial Mozárabe, porque allí a este vaso original, se le unió en la base una naveta hispano-musulmana, cordobesa, en la cual se encuentra una misteriosa inscripción en árabe: Lil-Zahira, que algunos han traducido como, “para la más luminosa”. El orfebre que realizó esta unión, lo hizo, mediante una estructura de oro, en la que se labraron motivos vegetales, que representa uno de los arquetipos más conocidos de la Humanidad, como es el mítico Árbol de la Vida, el Axis Mundi, que une el cielo y la tierra, del cual en el libro del Apocalipsis, se decía que sus hojas serán salud para las Naciones. También en el nudo central del tallo, labró el símbolo del nudo de Salomón, que es un nudo imposible y del que se decía que aquello que anudaba, ya nunca más podía ser separado.
A parte de su dimensión religiosa, también el Grial cuenta con otra importante vertiente, que dio lugar a las numerosas leyendas de la búsqueda del Grial, como si se tratara de un preciado tesoro, por sus cualidades milagrosas y maravillosas. Incluso en una de ellas, la leyenda de Parsifal, de la que R.Wagner hizo una versión para la opera, se podría encontrar un cierto paralelismo con la leyenda del Cid, porque cuenta la existencia de un rey enfermo, sin reina, cuyo reino estaba desolado y que permanecería estéril, hasta que llegara un caballero, que encontrando el Grial, lograría la curación del rey y la salvación del reino.
La reciente novela, El fuego invisible, de Javier Sierra, que el pasado año fue ganadora del premio Planeta, está inspirada precisamente en este Grial de Valencia, al que considera como un símbolo actual, que sirve para expresar, el punto de unión entre la realidad interior del ser humano y el mundo exterior. Como si se tratara de una “puerta” a la trascendencia, a una revelación individual, que puede ser capaz de llenar la vida de sentido. En otras versiones más o menos esotéricas, de los Templarios, los Cátaros, o en la novela del Código da Vinci, se sugiere que el Grial, esconde una enseñanza secreta, o es una revelación, de una doctrina, que sería originaria de Cristo, que la Iglesia ha tratado de ocultar.
Pero desde un punto de vista exclusivamente simbólico, como contenedor y recipiente, para la sangre salvadora de Cristo, sería el Grial, una representación de la esencia femenina y curativa del Eros, que ha estado ausente en nuestra cultura patriarcal y racional, y por ello compensatoriamente es que fue tan buscado, incluso hasta nuestros días. Estas leyendas habrían preparado el problema religioso del hombre moderno, que no es otro que la integración consciente de este principio femenino, tanto a nivel individual como colectivo.
En relación a este aspecto, del desarrollo colectivo de la conciencia femenina, se encuentra un buen ejemplo en el ámbito de la Iglesia, con la proclamación que en 1950, realizó el papa Pio XII, que tuvo entonces que enfrentarse a toda la curia vaticana, para formular el Dogma de la Asunción de la Virgen al Cielo, lo que simbólicamente representaría el reconocimiento como cuarto elemento, de la presencia del principio femenino en el Cielo patriarcal cristiano, después de dos mil años. Este acontecimiento, ha supuesto un hito en la Historia de la Iglesia, como en su día lo fue la Reforma Protestante, y de hecho, hemos visto como han tenido lugar después, numerosos acontecimientos en diversos ámbitos, que están relacionados con el principio femenino, y el vinculo de relación, como son el auge del movimiento feminista, el despertar de la conciencia ecológica y los movimientos pacifistas, el dialogo interreligioso, etc… y recientemente asistimos al histórico día 8 de marzo pasado, cuando las mujeres reivindicaron, con más entusiasmo que nunca, su lugar en la sociedad.
Retomando el hilo conductor de esta charla, tenemos que decir que la sociedad mozárabe, llegó a representar hasta el s XI, un símbolo de integración y un puente entre las culturas, cristiana y musulmana. Ellos tuvieron su propia organización política y jurídica, y la iglesia Mozárabe, con su sede central en Toledo, llegó a contar con diecisiete diócesis en todo Al-Ándalus. Hablaban en árabe o en una lengua mitad romance mitad árabe. Tuvieron también una arquitectura peculiar, y su célebre arco de herradura, se difundiría luego por todo el islam. Sería entre ellos, que el CID recibió este nombre, que deriva del árabe SID, que quiere decir Señor o SIDI, mi Señor. y él hasta su muerte, durante 17 años, vivió en diferentes lugares de al-Ándalus.
En síntesis podríamos concluir que El Cid en la leyenda, se nos presenta como un héroe ejemplar, con sentimientos humanos, mediador y unificador, encarnando los valores de la ética y la convivencia, que junto con su mujer y sus hijas, como Príncipe y Señor de Valencia, gobernaría sobre las gentes de las Tres Culturas. Con esa actitud, fue capaz de detener la irrupción de las fuerzas destructivas del inconsciente, representadas por aquellos fanáticos musulmanes. De esta manera su leyenda habría estado corrigiendo y compensando, la actitud unilateral y patriarcal, del consciente colectivo, que ha sido predominante durante siglos, hasta nuestros días.
Para terminar, quiero mencionar también otra leyenda, que aún se cuenta en Benidoleig, cerca de Denia, en Valencia, que nos remonta a la época de la Reconquista, porque se muestra en ella de manera muy concreta, como llegó a reprimirse, aquel espíritu del Eros Hispanomusulmán, que tan necesario hubiera sido para el desarrollo de la convivencia y la interculturalidad. La leyenda cuenta, que huyendo de los cristianos, el Califa hispanomusulmán de aquel lugar, se escondió en una cueva, con su tesoro y con las 150 mujeres que tenía en su harén, pero de donde ellos ya nunca llegaron a salir, y hoy se conoce aquel lugar, como la Cueva de las Calaveras.
Es por esto, que en este contexto, resulta muy significativo, recordar que cuando se descubrió la Dama de Elche, en 1897, fue conocida popularmente durante años, como “La Reina Mora”. Esta es una expresión, que muestra el deseo y la necesidad de conectar, con ese principio femenino del Eros, que tanto en el pasado como hoy, llegó a desarrollarse durante aquel tiempo, y que hoy es tan necesario para el desarrollo de la conciencia colectiva y la convivencia en nuestro tiempo.
En el plano individual, en la actualidad, todos estos tesoros de los que nos hablan las leyendas, desde un punto de vista simbólico, corresponderían, como decía C.G.Jung, al Tesoro del Alma, que solo podrá ser encontrado, por aquellos que tengan el suficiente coraje moral, para entrar en su propio inconsciente, o lo que es lo mismo en su propia cueva, para llegar a confrontarse con uno mismo.
Así pues hoy tenemos que El Grial de Valencia, más allá de su dimensión religiosa y literaria, se nos muestra también, como una extraordinaria joya de la orfebrería medieval, que unifica elementos pertenecientes a las Tres Religiones del Libro, y que además compartió el tiempo histórico del Cid y de su leyenda, así como la cultura mozárabe y la época anterior a las Cruzadas. Es por todas estas circunstancias que desde el Centro UNESCO de Valencia, en el contexto de las celebraciones de la Multaqa de las Tres Culturas, se ha querido poner en valor y denominarlo, como El Grial de la Concordia, como un símbolo unificador para los Hijos de Abraham, que nos invita a reflexionar en torno a la reconciliación y la convivencia intercultural.
Estos nuevos caminos de hoy, dejan atrás el viejo Camino de Santiago, que desde tiempos ancestrales dirigía sus pasos al Finis Terrae… y más tarde a a la tumba de un dios de guerra, allí donde el sol se oscurece en las brumas del mar. Sin embargo la nueva senda que se abre camino ahora en nuestros días, dirige sus pasos, hacia el nacimiento del sol, hacia una nueva conciencia, el camino del individuo, frente a lo colectivo, el camino del héroe a la conquista de nuevos valores, como la ética y la concordia entre las culturas y las gentes, que ojala puedan trasformar la sociedad en el s. XXI.
Es con esta propuesta, de “Valencia, Corazón de las Tres Culturas”, y “Km O, del renacer Mediterráneo”, que desde el Centro UNESCO de Valencia, nosotros queremos seguir trabajando, en el espíritu de la Multaqa, para favorecer un cambio de actitud, y el desarrollo de aquellos valores, que nos permitan avanzar en la transición hacia la Cultura de Paz.
Rafael Monzó: rafael.monzo@gmail.com