Poesía y Cultura en al-Ándalus
Por Leopoldo De Trazegnies Granda
Texto de la presentación del autor del libro «Poesía y Cultura en al-Ándalus» en el evento «CIHAR Presenta dos libros de al-Ándalus» organizado por CIHAR y Casa Árabe el 4 de diciembre 2019 en la sede de Casa Árabe – Madrid
El libro que presento es básicamente una antología de poesía hispanoárabe, pero me gustaría explicar cómo se originó y el por qué lo escribí.
Desde joven tengo interés por la poesía en general, pero lógicamente mi interés se concentraba en la poesía en lengua castellana clásica y moderna. También había leído algo de poesía oriental, principalmente la poesía china del período T’ang y poesía japonesa, sobre todo los Haikus, que influyeron enormemente en los poetas de la generación del 50 y el 60, tanto en España como en Hispanoamérica.
Sin embargo, de poesía árabe no había leído prácticamente nada. No por falta de interés sino porque creo que estaba muy poco difundida.
Cuando hace unos años cayeron en mis manos traducciones hechas por eminentes arabistas como Emilio García Gómez o Evariste Levi-Provençal de poemas escritos en árabe en la época de al-Andalus me quedé deslumbrado por su belleza.
¿Quién no se conmueve ante versos aparentemente tan simples pero de una sensibilidad tan exquisita, como por ejemplo estos versos de IBN HAZM que dicen:
A la que posee mi corazón
le dí un día un beso por sorpresa.
Por muchos años que viva, siempre
pensaré que sólo he existido… en ese instante.
Es captar en 4 versos la emoción de toda una vida sentimental.
Ibn Hazm vivió en Córdoba entre los años 994-1063.
(Finales del Califato de Córdoba y principio de los reinos de Taifas).
A partir del encuentro con la poesía andalusí, me propuse aprender y difundir estos poemas maravillosos. El resultado ha sido este libro.
La idea inicial era hacer simplemente una antología y publicarla en pequeñas ediciones que yo confecciono personalmente desde hace muchos años, primero en una imprenta tradicional y ahora gracias a las modernas técnicas cibernéticas.
Seleccioné, según mis gustos personales, unos cuantos poemas de la obra de cientos de poetas, hombres y mujeres, porque también hubo muchísima poesía femenina, escrita en esos siglos. Tengo registrados más de 350 poetas, la mayoría de los siglos X y XI (califato de córdoba y reinos de taifas) que fue cuando la poesía andalusí llegó a su máximo esplendor, como dice Levi-Provençal.
La poesía llegó a tener tanta importancia en al-Andalus que la declamaban desde los más humildes hasta los príncipes y se decía que en algunas regiones como SILVES, (al sur de Portugal donde se crio al-Mutamid rey de Sevilla) donde “hasta los campesinos tras el arado iban improvisando versos sobre cualquier asunto”.
Pronto me di cuenta que no bastaba publicar únicamente los poemas. Para conocer la poesía hispanoárabe, hacía falta contextualizarla en su período histórico, etapa riquísima para la historia de España, es decir, conocer el entorno que hizo posible el nacimiento de esa poesía.
Hoy en día hay bastante información sobre estos 8 siglos de cultura musulmana, principalmente gracias a hispanoarabistas nacionales y extranjeros que se preocuparon en rebuscar en las bibliotecas de todo el mundo para rescatar los textos árabes de esa época.
Uno de los primeros fue Pascual Gayangos que empezó a interesarse por el tema en el siglo XIX y tradujo del árabe al inglés la obra de Ahmed ibn Mohammed al-Maqqari, que es capital para el conocimiento de la literatura andalusí. Maqqari es un historiador argelino, nacido en Tremecén en 1568 y muerto en el Cairo en 1632. Su obra es una compilación histórico-literaria de al-Andalus, una verdadera enciclopedia, totalmente desconocida en Europa hasta que Gayangos la tradujo.
Ha sido el punto de partida de muchos hispanoarabistas que continuaron investigando y encontraron gran cantidad de crónicas y documentos originales que describían las costumbres y la literatura de esos siglos.
Emilio García Gómez, ya en el siglo XX, fue quizá el que le dio el mayor empuje a los estudios arábigos en España.
Entre los extranjeros hay tres hispanoarabistas que en mi opinión merecen destacarse, el holandés reniero dozi, el alemán Friedrich Schack y el argelino Evariste Levi-Provençal, que son con García Gómez, los que principalmente me han servido para iniciarme en el conocimiento de la España musulmana.
Al encontrarme con tal cantidad de información, mi primera idea de hacer una introducción de unas cuantas páginas se fue convirtiendo en algo mucho más extenso hasta llegar a las casi 500 páginas que contiene ahora el libro.
Mi intención era poner mi pequeña aportación en la difusión de esta poesía, porque si bien es cierto que hay mucha información actualmente, sin embargo me parece que es poco conocida y a veces mal conocida, tergiversada, manipulada. Lógicamente uno de los principales impedimentos es que está escrita en lengua árabe, aunque felizmente contamos con los estupendos hispanoarabistas que se han encargado de las magníficas traducciones que disponemos.
El libro es mi visión de la cultura musulmana en España, mi visión particular sobre la historia de al-Ándalus, donde he querido hacer énfasis en algunos aspectos menos conocidos. Por ejemplo, la participación de la mujer en la cultura andalusí. Algunos autores han pensado que era escasa, sin embargo yo creo, como apunta el profesor de la universidad de Argel, Henri Pérès, en su obra El Esplendor de al-Ándalus, que la mujer tuvo una presencia importantísima en la poesía de la época.
Entre los 350 poetas que menciono en este trabajo he podido reunir el nombre de sólo 29 poetas mujeres. aparentemente parecen pocas, pero hay que considerar que muchos de los poemas se escribían para ser cantados por las cantoras en lo harenes donde la autora quedaba en el anonimato pero el poema traspasaba los límites del harén para formar parte del acervo común en forma de canciones y se pueden encontrar en los estribillos de la poesía típicamente andalusí como eran la moaxajas y los zéjeles.
Las 29 poetas mujeres-poetas que conocemos destacan por su fuerza y sensibilidad. La más conocida es la princesa wallada, hija del califa Muhammad 3º de los últimos años del Califato de Córdoba (1024-1025) de la que sólo han llegado hasta nosotros 9 poemas suyos, algunos tan bellos como el que se titula la noche:
Cuando caiga la noche
espera mi visita: la oscuridad
es la mejor encubridora de nuestros secretos.
Si lo que siento por ti
coincidiera con los astros
el sol no brillaría,
opacaría a la luna
y las estrellas no atravesarían el universo.
Otras mujeres poetas demostraron gran genio como Qadim al-Qurtubiyya que en unos elocuentes versos rechaza a PRETENDIENTES INDESEADOS de la siguiente manera:
Leona soy,
nunca me agradaron las madrigueras ajenas
y si tuviera que escoger alguna
nunca aceptaría la de un perro, yo
que tantas veces los oídos cerré a los leones.
Otras, mucho más románticas como Hafsa bint al-Hayy que escribe:
Preguntad a la nube palpitante
si ha pasado la noche con mi amado,
recordándome.
Este poema se puede considerar dentro de la corriente udrí de la poesía árabe, es decir, es una poesía muy romántica basada en un amor que podríamos llamar platónico, sin contacto físico.
Como todos sabemos, la Edad Media fue un período violento y cruel, tanto en el territorio cristiano como en el musulmán. Sirva de ejemplo la forma como recuperó el trono el rey de León Ramiro II: sacándole los ojos a su hermano Alfonso y a los tres hijos del rey Fruela II y encerrándolos en un monasterio de por vida acusados de haberlo traicionado. O la costumbre de Almanzor de traer las cabezas de sus enemigos en carretas después de las batallas y empalarlas alrededor de Córdoba.
Épocas terribles, sin duda. El hipanoarabista Friederich Schack se pregunta: “¿Cómo pudo desarrollarse una poesía tan perfecta en un medio tan violento?”
La pregunta tiene difícil respuesta.
Tal vez en estos versos de Said ben Chudi encontremos algunas explicación. Dicen así:
Inmutable en el día del combate,
con la muerte ciñendo mi cabeza
y tembloroso ante unos ojos bellos.
La combinación de “guerreros-poetas” no es fácil de encontrar en otros lugares ni en otros períodos históricos. Se prodigaron en al-Andalus y al terminar las batallas los guerreros no pensaban en poemas épicos que cantaran sus hazañas sino en la amada o las amadas que habían dejado en su casas.
Sin embargo, no debemos pensar que estuvieran permanentemente en pie de guerra, hubo largos períodos de paz y amistad. Es conocida la amistad de Alfonso VI de Castilla con al-Mutamid rey de Sevilla, por ejemplo.
El gobierno de al-Hakam II, hijo de Abderramán III, fue un período de paz y bonanza. Se desarrolló la cultura de forma excepcional. Proliferaron las bibliotecas en Córdoba y los conservatorios de música en Sevilla. La propia biblioteca del Califa contaba con 400.000 manuscritos. Parece una cifra exagerada pero no lo es. Sólo el catálogo, con la única mención de autor y título ocupaba 44 volúmenes.
Si tenemos en cuenta que la mayoría de esas obras eran de filosofía antigua, griega y persa traducidas al árabe, que al-Hakam se hacía comprar en Oriente, podemos hacernos una idea de la riqueza cultural del momento. Es muy posible que muchos de esos libros llegaran a la Escuela de Traductores de Toledo y pasaran a conocimiento de toda europa en el siglo XIII.
En al-Andalus se escribía poesía lírica cuando en el resto de España no existía la lírica, en Castilla o León se escribía poesía épica. Se puede decir que hasta el siglo XI la Península estuvo dividida literariamente entre el norte épico y el sur lírico.
La lírica, que nace en al-Ándalus se funde con la poesía provenzal que cantaban los trovadores en el sur de Francia, y ha llegado hasta nuestros días dentro de la corriente romántica.
La influencia de la poesía andalusí ha marcado la evolución de la poesía europea en general y ha llegado hasta nuestros días. Federico García Lorca tituló el último de sus poemarios: “El diván del Tamarit”.
“Diwán” en árabe significa “colección de poemas”. Y Lorca divide su poemario en “casídas” y “gacelas” que son dos géneros clásicos de la poesía árabe. Todo el poemario está impregnado de la aparente sencillez de la poesía andalusí. Sus poemas están compuestos como canciones, en la más estricta tradición árabe.
Todos sabemos que Lorca demostró gran interés por la poesía andalusí. En su biblioteca privada se hallan libros como “Poesía y arte de los árabes en España y Sicilia”, del mencionado Schack, con poemas traducidos por Juan Valera como los “Poemas del fuego” de Ibn Sara as-Santarini, donde leyeería versos como estos:
Con su gracia y sus hechizos
enciende en mi corazón
una vehemente pasión
la niña de negros rizos.
También formaba parte de su biblioteca un ejemplar de “Poemas arabigoandaluces” traducidos por Emilio García Gómez y publicados en 1930. Pero el libro que más llama la atención es el de las “Rubayat” de Omar Jayyam, subrayado y con anotaciones al margen del propio Lorca.
Es verdad que en esos años del primer cuarto del siglo XX, las vanguardias se interesaban por lo “Oriental” en sentido genérico, lo hacían más bien como motivo exótico sin entrar en las culturas de Oriente. Rubén Darío por ejemplo ya había publicado sus “Prosas profanas” con versos como estos:
Pájaro errante, ideal golondrina,
vuela de Arabia a un confín solitario,
y ve pasar en su torre argentina
a un rey de Oriente sobre un dromedario.
Como se puede apreciar en estos versos Darío no escribe poesía de esencia árabe, lo que hace es utilizar “motivos árabes” para escribir su poesía. En cambio Lorca recupera las raíces de la poesía árabe que se escribía en al-Andalus, como cosa propia, es decir, se identifica con esa sensibilidad oriental desde el punto de vista humano y no solo literario. Logró eso tan difícil que es la originalidad respetando la tradición, es la fusión de la originalidad lorquiana con la tradición arabigoandaluza. Y su expresión máxima fue el “Diván del Tamarit”, libro póstumo que para algunos críticos es lo mejor que escribió.
Si leemos los primeros versos de esta casida del “Diván del Tamarit”:
Flor de jazmín y toro degollado.
Pavimento infinito. Mapa. Sala. Arpa. Alba.
La niña sueña un toro de jazmines
Y el toro es un sangriento crepúsculo que brama.
Estaremos de acuerdo con García Gómez que “los poemas del ‘Diván del Tamarit’ no son falsificaciones ni remedos, sino auténticos poemas lorquianos”.
En al-Ándalus se seguían los patrones poéticos de Oriente. La relación con Bagdad fue mucho más estrecha de lo que uno podría figurarse a pesar de la distancia. Muchos son los poetas andalusíes que viajaban a la capital del Califato de Oriente para conocer la poesía que se estaba haciendo en las distintas partes del mundo árabe. Pero, como hemos dicho, las composiciones auténticamente andalusíes fueron las moaxajas y los zéjeles que influyeron enormemente en la poesía europea.
Julián Ribera y Tarragó en su discurso de ingreso a la Real Academia Española sobre la poesía de Aben Quzmán dice al respecto:
“En el cancionero de Aben Quzmán veo todo un sistema poético que alumbra con luz muy viva una época oscura de la lírica medieval europea: ese sistema lírico tiene conexiones íntimas con sistemas europeos que nacieron unos siglos más tarde”.
Aben Quzmán, había nacido en Córdoba entre los años 1078/1086 y murió en 1160, fue un gran innovador de la poesía andalusí. Tenía fama de libertino y poco creyente en tiempos de la severa dominación almorávide. Recorría al-Andalus cantando moaxajas y zéjeles acompañado de su laúd.
Se dice que el creador de este género poético fue Muqáddam ibn Muafá al-Qabrí, llamado “El Ciego de Cabra” por ser un poeta invidente de esa localidad, que vivió en la Córdoba de los emires en el siglo IX.
Muy pronto se interesaron en Oriente por la poesía que se escribía al-Ándalus. Se cuenta que cuando el joven poeta andalusí Abbas Ibn Nasih viajó Bagdad en los primeros años del siglo IX aún vivía el gran maestro Abu Nuwas, que lo recibió pidiéndole que le hiciera conocer algún poema andalusí. Posiblemente Nasih le recitara alguna moaxaja, lo cierto es que Abu Nuwas quedó muy impresionado y celebró con gran entusiasmo el poema andalusí.
Quien realmente popularizó las moaxajas tres siglos después fue el mencionado Aben Quzmán en el siglo XII. El prestigio de su poesía no se quedó en al-Andalus, se difundió en todo Oriente con gran éxito y hasta épocas recientes han sido conocidas como “Cantos Granadinos”.
Las moaxajas terminaban siempre con unos versos conocidos como jarchas que podían ser satíricos y a veces escritos en romance. Eran versos populares añadidos a las moaxajas que como ya hemos mencionado anteriormente en ocasiones estaban escritos por cantoras anónimas de los harenes.
En cuanto a la estructura del libro que presento, he dividido el texto en:
– La antología propiamente dicha, donde recojo 33 poemas siguiendo un orden cronológico según mis gustos personales. Aunque fueran numerosos los poetas andalusíes de muchos de ellos no nos han llegado su versos sino solamente la mención a su obra.
– En segundo lugar presento una explicación general de la “Creación de al-Andalus” como sociedad. Es decir, la creación de una cultura musulmana con caracteres propios en el extremo más occidental del Califato de Damasco y luego de Bagdad, hasta llegar al Califato Omeya de Córdoba donde empieza el esplendor literario de al-Andalus.
– Seguidamente he intentado describir ese “Universo andalusí”, su nacimiento a partir del año 711 y sus relaciones con los reinos cristianos del norte durante los ocho siglos de coexistencia hasta su extinción con la toma de Granada por los Reyes Católicos.
– También, me he detenido en tres personajes que me parecen imprescindibles para entender la historia medieval española y cómo se desarrolló posteriormente. Son:
El caudillo Almanzor
El rey Alfonso VI de Castilla
y el rey Al-Mutamid de Sevilla
Me he detenido en ellos porque considero que son tres visiones de España, tres modelos de la España que no pudo ser, pero que condicionó todo el desarrollo posterior.
El caudillo Almanzor porque tenía como ideal convertir al-Ándalus en un Imperio por medio de las armas, similar al de Carlomagno. Sus campañas eran legendarias. Conquistó prácticamente toda la Península Ibérica y el Magreb en el norte de África, pero no consiguió establecer el imperio hispanomusulmán ansiado.
El rey Alfonso VI, que también tenía ideales imperiales, lo destaco porque fue el primero en utilizar el título de “Emperador”, pero emperador de “las tres religiones”. Es decir, su visión era multicultural y de respeto por la independencia de los distintos reinos de Taifas que configuraban el sur de la Península. No pudo materializar su visión de la España de las tres culturas debido a la llegada de los almorávides que cambiaron las fuerzas políticas existentes imponiendo la suya propia.
Y por último, creo que al-Mutamid, el rey-poeta de Sevilla, se merece una mención especial por su concepción de al-Andalus. Al-Mutamid soñaba con un al-Andalus paradisíaco, una verdadera utopía, basada en la cultura, las artes y la poesía. Descuidó las Armas para dedicarse a las Letras. Pensaba que las mayores victorias no eran las de los generales sino las de los poetas. Fue el gran mecenas cultural. Los poetas se peleaban por formar parte de su corte. Acogió a algunos de los más prestigosos de ellos, como Ibn Zaydún que cayó en desgracia en Córdoba al ser despechado por la poeta Wallada y que no dudó en refugiarse en la corte sevillana. Zaydún es autor de uno de los poemas hispanoárabes más conocidos como es la casida en nun, a la que pertenecen este par de versos:
Llueva en ti la alegría, en ti, que fuiste
como arrayán de olor de mi existencia.
O el satírico Ibn Ammar, que además de poeta era ajedrecista y viajaba por al-Ándalus retando a los mejores jugadores porque se consideraba invencible. Fue un personaje clave en la política entre al-Mutamid y Alfonso VI que a su vez era gran aficionado al ajedrez.
Entre los poetas de su corte hubo algunos que le guardaron fidelidad en su cautiverio en Agmat, al sur de Marruecos, prisionero de los Almorávides, como al-Labbana, que lo acompañó hasta su muerte.
– Dedico un capítulo a la época de los reinos de Taifas que es sin duda la de mayor florecimiento poético. De la misma manera que el esplendor político de al-Andalus se alcanzó en el Califato de Córdoba, el esplendor poético tuvo lugar un siglo después en los reinos de Taifas. No sólo al-Mutamid se distinguió por su mecenazgo. Todos los reyes de Taifas sin excepción favorecieron la producción poética. Tan importante para ellos era extender su territorio en luchas intestinas como competir por albergar en su corte a los poetas más renombrados. No se quedaba atrás Abd Allah Ibn Buluggin rey de Granada, que se rodeaba de los vates más populares. O la Taifa de Almería gobernada por el rey al-Mutassim que logró reunir un amplio grupo de poetas en su corte entre los que se contaban su hijo Abu Yafar y su hija Umm al-Quiram. Otra mujer poeta formaba parte de la corte de al-Mutassim que destacaba por su belleza, al-Gassaniyya al-Bayyaniyya, nacida en la Ciudad-Estado independiente de Pechina que existió en la costa de Almería. Desgraciadamente no se han conservado poemas de esta mujer.
– Dedico dos capítulos concretos a las etapas almorávide y almohade. Son dos períodos polémicos. Su rigurosidad religiosa impuso una mayor censura y falta de libertad. No fue pues una época de esplendor para las artes, aunque no faltaran poetas de talento como el valenciano ar-Russafi y el mencionado cantor de moaxajas Aben Quzmán. Bajo los almorávides y los almohades se desarrolló más bien la ciencia y la filosofía que se expandió por toda Europa. De esta época son los prestigiosos científicos-filósofos Averroes e Ibn Tufail o el místico Ibn Arabi respetado en todo Oriente y el médico de origen hebreo Maimónides.
También vivieron en la Granada del siglo XIV dos historiadores, Ibn Jaldún e Ibn al-Jatib, a los que les debemos una descripción detallada de los aspectos historicos-literarios de los siglos anteriores. Ambos fueron dos precursores del Renacimiento por sus variados conocimientos humanistas. Eran sociólogos, filósofos, economistas, geógrafos, demógrafos, estadistas…
El renombre de Ibn Jaldún era conocido, tanto en Granada como en el resto de la España cristiana. Cuando fue a Sevilla como embajador del Sultán de Granada en una misión diplomática, Pedro I el Cruel o el Justiciero, hizo todo lo posible para que se quedara en su corte como consejero. Le ofreció devolverle la finca de su familia, ya que Jaldún era de origen sevillano, hacienda conocida como la Torre de Doña María en el término de Dos Hermanas de Sevilla, se la llamó así porque el Rey se la había regalado a su amante María de Padilla, ya fallecida cuando Jaldún se presentó en Sevilla. Jaldún no aceptó la propuesta de Pedro I y volvió a Granada donde escribió su memorable MUQQADIMA de la que Arnold Toynbee dijo que era “el trabajo histórico más grande que jamás había visto”.
En esos siglos, más científicos que literarios, no faltaron algunos buenos poetas como Abu Bakr at-Turtusi autor de un poema titulado “Ausencia”, que empieza con los siguientes versos:
Sin cesar mis ojos recorren los cielos
por si viese la estrella que tú contemplas.
– He incluído como apéndice la relación de los 350 poetas mencionados que vivieron en al-Andalus entre los siglos VIII y XV por si algún interesado en esta poesía quiera investigar su obra. Como he dicho, los poemas de muchos de ellos aún no se han encontrado. La que hago no es una relación exhaustiva, seguramente faltan muchos que se me han pasado, pero da una idea de la abundancia poética de al-Andalus.
Dedico también un capítulo a las fuentes de la historiografía existente desde los primeros investigadores que se interesaron por el tema, como el citado Pascual Gayangos y José Antonio Conde hasta los recientes trabajos de Jacinto Bosch Vilá y Emilio González Ferrín.
Para terminar esta presentación quisiera hacer alguna consideración sobre la importancia que ha tenido la cultura hispanoárabe en España y en Hispanoamérica:
Miguel de Cervantes, que tan certeramente reflejó la vida y costumbres de la España del siglo XVI, nos sorprende con uno de sus juegos literarios que atañen a la España musulmana. En el prólogo de “El Quijote” nos confiesa que los 8 primeros capítulos los escribió sobre las aventuras de un hidalgo conocido en La Mancha, al que otros autores ya habían hecho referencia sin ponerse de acuerdo en el orden que sucedieron sus aventuras.
Cervantes relata las andanzas de este hidalgo del que tiene referencia, sin embargo su información se queda a mitad de una de sus aventuras, la de la princesa que quiere rescatar de unos “encantadores que la llevan secuestrada”.
La historia se trunca pues en el capítulo 8º, cuando el famoso hidalgo Don Quijote se dispone a luchar contra el valeroso escudero vizcaíno que protegía a la princesa. Y aparentemente la historia del hidalgo no tiene continuación.
Y aquí viene el artificio árabe-cervantino.
En el capítulo 9º nos refiere Cervantes que un día paseando por un mercado de libros viejos y papeles antiguos encontró un manuscrito escrito en árabe que le llamó la atención, le preguntó al vendedor de qué se trataba y le respondió que eran unas historias muy graciosas escritas por un tal Sidi Hamete Berengeli donde se hablaba de un hidalgo y una dama llamada Dulcinea.
¡Era la continuación de El Quijote! En realidad no estaba escrito en lengua árabe, sino en “castellano aljamiado”, es decir, en español escrito con caractéres árabes del alifato, que era como continuaban escribiendo los moriscos en España.
Es muy significativo que la obra literaria emblemática en lengua castellana lleve el sello árabe, escrita supuestamente por un morisco. Es un juego literario cervantino que nos indica hasta dónde fue importante la cultura árabe en el desarrollo posterior de la sociedad.
Pero la influencia de la Poesía y la Cultura andalusí no se quedó en la Península. España la llevó a América. Por eso yo digo que el Guadalquivir es el río más largo del mundo, porque desembocaba en América.
Las calles de la Lima antigua en el Perú están repletas de balcones de madera con celosías de estilo totalmente mudéjar. Son los mismos balcones que existían en sevilla que los Reyes mandaron arrancar de las casas. Fue una ley que llegó también al Virreynato del Perú, pero de las que el virrey decía: “se acata… pero no se cumple” y gracias a esta rebeldía virreynal podemos admirar hoy en día esos artísticos balcones.
Yo me crié en esa ciudad de preciosos balcones hispanoárabes y todos los días circulaba por sus calles balconadas para ir al colegio. Soy peruano por parte de madre y belga por parte de padre… Y ESPAÑOL POR VOLUNTAD PROPIA.
La influencia andalusí fue también enorme en las costumbres y en el modo de vestir. el traje típico de la mujer limeña, como en Madrid el de la Chulapa o Manola, es de clara inspiración árabe, con manto para taparse la cara, dejando sólo un ojo al descubierto. Se les llamaba por eso las “tapadas” y vistieron con ese atuendo hasta el siglo XIX. La literatura peruana está llena de referencias a la gracia y la belleza de las “Tapadas” limeñas que recuerdan a la mujer hispanoárabe, probablemente moriscas, que llegaron a América con los conquistadores.
Sólo me gustaría añadir que en este libro he querido mostrar que España como nación y los países hispanos como naciones, no se originaron en contraposición a al-Andalus, sino como fusión de varias culturas que los enriquecieron.
Pues nada más, muchas gracias por su atención y espero haberles transmitido un poco de la pasión que siento por la poesía hispanoárabe.
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