Abderramán III un califa árabe-ibérico
Por: CIHAR
Con motivo de la retirada del busto de Abderramán III de una plaza en el pueblo Cadrete – Zaragoza, por parte de la nueva corporación municipal, se ha escrito mucho en la prensa y en los blog sobre su figura. A continyación algunos recortes de esta repercusión mediática:
Abderramán III, el primer califa español
En el año 929 Abderramán III se proclamó califa de al-Andalus, jefe político y religioso del estado más poderoso de la península Ibérica
La dinastía Omeya
Los omeyas dominaron el Islam desde Damasco entre 661 y 750, año en el que perdieron el poder en favor de los abasíes. Los supervivientes de la dinastía derrocada se refugiaron en la península ibérica, que gobernaron como emires (jefes políticos pero no religiosos) hasta que Abderramán III se proclamó califa en el año 929. En la imagen, Abderramán III junto a unos sirvientes en un relieve de la arqueta de Leyre. Museo de Navarra, Pamplona.
Guerra de frontera
Abderramán III comandó personalmente muchas expediciones contra los reinos cristianos de la península ibérica y mantuvo firmes las fronteras de su estado. La imagen muestra dos miniaturas de la cantiga 165 de santa María (siglo XIII), que relata el intento de toma de Tortosa (Tarragona) por parte de un sultán musulmán. Biblioteca del Escorial.
Almería, la base naval de Abderramán
Abderramán III apuntaló su poder en un poderoso ejército terrestre, pero también en una gran fuerza marítima, con la que lanzó expediciones de conquista en el norte de África. La base naval del califato se encontraba en Almería, que el monarca había hecho erigir casi por completo tras el saqueo fatimí del año 955. En la imagen, la alcazaba de la ciudad.
Tras las huellas de Abderramán III
El califa que consiguió la independencia de Al-Ándalus era musulmán, pero siempre rehuyó identificarse como árabe con el fin de granjearse el apoyo de todos los estratos sociales.
«He reinado más de cincuenta años, en victoria o paz. Amado por mis súbditos, temido por mis enemigos y respetado por mis aliados. Riquezas y honores, poder y placeres, aguardaron mi llamada para acudir de inmediato. No existe terrena bendición que me haya sido esquiva. En esta situación he anotado diligentemente los días de pura y auténtica felicidad que he disfrutado: suman catorce». Así rezaba el curioso balance que Abderramán III compartió en la recta final de su vida, agotada a los 70 años por lo que en la actualidad se diagnosticaría como melancolía involutiva, según recoge el psiquiatra Juan Antonio Vallejo-Nágera en su libro ‘Locos egregios’.
No es de extrañar que contara los días felices, pues el heredero de la dinastía Omeya dedicó gran parte de su existencia a un ideal mayor que él mismo: la construcción de un Al-Ándalus unido e independiente. Descrito por los cronistas de la época como un hombre de baja estatura, pelo rubio, ojos claros y piel rosada que se teñía de negro la barba para imponer respeto a la aristocracia musulmana, heredó estos rasgos de su madre, una concubina cristiana probablemente de origen vascón que pasó a ser ‘umm walad’ o ‘madre de infante’ en la corte de Mohamed I; y de su abuela Onneca, hija del caudillo pamplonés Fortún Garcés.
Alfred López
Abderramán III, el califa cordobés que hizo más por la Historia de España que muchos de los considerados como ‘héroes patrios’
Se conoce como patriotismo al sentimiento de amor, defensa y lealtad hacia la nación y sus símbolos y que, en numerosas ocasiones, suele demostrarse de una manera encendida o irracional e incluso desconociendo realmente quiénes fueron y que hicieron sus héroes nacionales, despreciando todo aquello y a aquel que, según sus doctrinas patrias, son considerados como enemigos históricos.
Es muy común que uno de los errores del sentimiento patriótico sea quedarse solo con una parte sesgada (y a menudo manipulada) de la Historia; lo que da a lugar a equívocos y enfrentamientos políticos.
Mucho se está hablando en los últimos días sobre la retirada del busto conmemorativo de Abderramán III, en la población zaragozana de Cadrete, como la primera acción de gobierno del recién constituido ayuntamiento local, debido a la solicitud por parte de los representantes del partido VOX, quienes gracias a sus dos concejales facilitaron que la formación conservadora del Partido Popular recuperase la alcaldía. La primera petición del partido ultraderechista, tras formarse el nuevo consistorio, fue retirar y trasladar a otra ubicación el mencionado busto que había sido colocado en la Plaza Aragón (la más representativa del municipio) en 2016 por el anterior equipo municipal. Dicha decisión, que no ha dejado de estar rodeada de polémica, enfrentamientos políticos e incluso entre historiadores, se tomó, según el nuevo consistorio, porque tal monumento había sido motivo de división y enfrentamiento entre los vecinos desde el momento de su colocación y se procedía al traslado (momentáneamente a una exposición en el castillo de la misma población) con el fin de que en dicha plaza tan solo se coloquen símbolos que unan a todos los vecinos por igual y con los que éstos se sientan identificados.
Abderramán III, el califa cordobés, pelirrojo y de sangre vascona
Historia. Nada fuera de lo común. Los orígenes cristianos e ibéricos de Abderramán III son comunes a muchos otros califas o líderes musulmanes. Como se explica aquí, eran numerosos los monarcas islámicos que contraían matrimonio con mujeres del norte y cristianas. Personajes como Alhakén II (pelirrojo, hijo de Abderramán) o Subh Umm Walad trazarían sus orígenes a Navarra, y tendrían una influencia determinante en la corte de Medina Azahara.
Las relaciones familiares y políticas de Al-Andalus y los reinos cristianos eran más complejas y poliédricas de lo que España se suele contar a sí misma. Las alianzas entre familias como los Banu Tuyib o los Banu Qasi con monarcas cristianos eran comunes, así como los orígenes nativos e ibéricos de hombres tan importantes como Almanzor (con busto en Calatañazor).
Abderraman III era más español que los reyes visigodos, hijo, nieto y bisnieto de hispanos»
¿Tiene algo de lógica histórica (o de cualquier otro tipo) esta decisión? José Luis Corral, historiador y escritor que en 2016 publicó el libro Abderrahman III y el Califato de Córdoba, tiene claro que no. «Si nos ponemos estupendos», dice Corral, «igual de dictador era Abderraman III que Alfonso VI de León. En la Edad Media, todos los monarcas eran dictadores, en el sentido etimológico de la palabra, evidentemente no eran demócratas, pero es que la democracia no se entendía en el siglo X».
Cree que la «ignorancia» está marcando algunos análisis que se hacen sobre el Islam en la península ibérica: «Las fuentes históricas y biológicas demuestran que en la península ibérica casi no hubo árabes. Es mentira que llegaran millones de árabes, invadieran la península y la colonizaran. Lo que hubo fue un proceso de islamización de las poblaciones indígenas de la península».
Era rubio y con los ojos azules, casi pelirrojo, recuerda el historiador, ya que todas sus ascendentes eran mujeres del norte, princesas casadas con los Omeyas. «Casi no tenía nada de sangre árabe, alguna gotita de su antepasado Abderramán I, que fue el primer Omeya que llegó a la península, nueve generaciones antes». Además, era nieto de la reina Toda de Pamplona.
«Es que era más hispano que cualquier otro», subraya Corral. Y pone un ejemplo: «Los reyes del norte de la península, los de León y los condes de Barcelona, iban a ver a Abderraman III a su corte de Medina Azahara y le rendían pleitesía, le llamaban el señor de Hispania. Le rendían pleitesía como el gran gobernador de la península ibérica».
Se convirtió en soberano de Córdoba, apunta el escritor, en el año 912 y se autoproclamó califa en el 929. Y hasta «el obispo cristiano de Córdoba era miembro de su corte, era un consejero aúlico», señala Corral.
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